Cristóbal Hara (III): Cristóbal Hara siempre hace la misma foto

Descubrí la obra de Cormac McCarthy cuando mi amigo Juan Luna me regaló La carretera (2006). Luego leí Meridiano de Sangre (1985), la mejor novela americana del siglo XX en palabras de David Vann. Es un western lleno de violencia y fatigas, que acaba con un demoledor mensaje, algo así como “esto es lo que hay en esta vida”. Hijo de Dios (1973) es un pozo de negrura, un descenso rápido a las profundidades de la sordidez humana. Mi favorita es Suttree (1979). ¿Quién está por ahí buscando la gran novela americana del siglo XX? ¡Es esta!

Todas ellas se parecen mucho; el sustrato que mueve estas historias es el mismo. Entre la primera y la última de las citadas hay un lapso de treinta y tres años. Lo que pasa es que ¡Cormac McCarthy estuvo toda su vida escribiendo la misma novela!

Hara lleva cuarenta años buscando las mismas fotos: explora el comportamiento del hombre inmerso en una cultura popular ancestralmente española, con una mirada candorosa y tragicómica. No me interesa su técnica como tal. Me interesa que siga aplicándola, que no la deje. Tampoco quise investigar la técnica narrativa de McCarthy. Yo sólo quería, y quiero, olvidarme de que el mundo existe cuando leo sus novelas. Hara lleva toda la vida negando un lugar en sus fotos a la política. No es posible ver mensaje político; él no ha querido, y así lleva toda la vida. Igualmente, lleva cuarenta años preguntándose por las cosas que se pueden conseguir con el color en fotografía. Toda la vida, lo mismo.

El fotógrafo está entregado a su obra, en muy pocas cuestiones, durante toda su existencia.

Hay, sin embargo, una diferencia muy abultada entre CH y McCarthy, o si hablamos de fotógrafos, entre CH y Meyerowitz, o entre CH y Alex Webb, por poner: Ellos son americanos. Para ellos, hacer su trabajo ha sido más fácil. Cualquier discurso cultural, da igual el ámbito, tiene muchísima más trascendencia si viene del mundo anglosajón que si viene de, por ejemplo, España. Ese es el motivo principal por el que a CH no se le ha reconocido muchísimo más.

Centrémonos ahora en lo que significa la obra de Hara. Y para ello me bastará con este fragmento de la novela Maestros antiguos, de Thomas Bernhard. El viejo Reger dice:

Ay, sí… Aunque lo maldigamos y aunque a veces nos parezca totalmente superfluo y aunque tengamos que decir que la verdad es que no vale nada, el arte, cuando contemplamos aquí los cuadros de esos llamados Maestros Antiguos, que muy a menudo y, como es natural, con los años de forma cada vez más radical, nos parecen sin utilidad y sin sentido, y nada más que torpes intentos de asentarse hábilmente en la superficie de la Tierra, a los que somos como nosotros no nos salva otra cosa que ese arte maldito y condenado y a menudo repulsivo hasta vomitar y fatal…
— Bernhard, Thomas ”Maestros Antiguos”. Alianza Editorial (2008), p157

Estar aquí lo menos torpemente posible y consolarse alimentando la cabeza con cosas sensuales como, por ejemplo, el trabajo de Cristóbal Hara.

Isidoro Villena

Isidoro Villena Reinoso es ingeniero informático aunque tiene alma de historiador. Apasionado de la Historia del siglo XX, en especial las dos guerras mundiales, ha traducido del alemán dos libros para la editorial Salamina y mantiene un blog de reseñas libros de Historia del siglo XX desde el año 2008. Ha traducido artículos para la revista Desperta Ferro y publicado en el portal literario Zenda. Desde hace unos años es aficionado entusiasta de la fotografía, en especial analógica, y centra su interés en el significado de la fotografía a lo largo de la Historia, y de la imagen en general.

http://isidorovr.blogspot.com/
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