Rescato una cámara de la basura... 

Siempre me ha despertado interés practicar con la fotografía con los medios más humildes posibles, y así poder emular (salvando las distancias) al famoso fotógrafo Miroslav Itchy.

Con esa premisa en mi mente, un día, en la tienda de un amigo fotógrafo, fui testigo de cómo, después de proceder violentamente a la extracción del carrete, mi amigo tiro a la basura los restos de lo que parecía una cámara Kodak desechable. Una vez rescatada la maltrecha cámara, procedí a recargarla de nuevo de película caducada, sustituir la pila del flash por una recargable y reparar sin mucho empeño la estructura con cinta, para hacerla funcional.

Sin duda, un aparato de lujo para tomar fotografías. El hecho de que algo así sea tratado como basura es una evidencia de la delirante sociedad en la que vivimos.

Después, llegó el momento más difícil: decidir cuál sería el tema a fotografiar con esta “cámara de la basura”. Ante mi habitual bloqueo creativo, decidí dejarle la cámara cargada a mi ahijado, al que siempre le ha llamado la atención mis cacharros fotográficos. Le expliqué, a grandes rasgos, el funcionamiento de la cámara y esperé a recuperarla para comprobar si la cosa había funcionado.

Para sorpresa de nadie, mi ahijado de unos cuatro años carece de todo rastro de bloqueo creativo y tiró el carrete de 12 fotos en una tarde. Para la gente curiosa, la película era Kodak T-Max 100 caducada en 2006, y revelada con Rodinal 1+25 a 6 minutos.

El resultado, a mi forma de ver, es interesante. De las veladuras, se salvan 8 tomas, donde se retrata tanto el afán de un niño por experimentar fotografiando su entorno como la alegría y la emoción de la infancia. Destaca como contrapunto a las tiernas imágenes, la rudeza de la descarada imperfección de utilizar un medio tan improvisado para tomar las fotos.

Para bien o para mal, te podrá parecer interesante o un juego de niños. Pero el caso es que la experiencia ha quedado retratada para la posteridad.

Nacho Segovia

Fotógrafo aficionado con inquietudes desde que tengo memoria.

Prefiero siempre lo analógico, lo tangible, en las fotos, la música, la literatura, etc...

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