Buscando la cámara Polaroid perfecta
¡Que levante la mano todo aquel al que las cámaras Polaroid le han llamado la atención en algún momento! ¿Unos cuantos verdad? Es que la verdad, poder ver al momento y tocar la foto que acabas de hacer siempre es divertido y te da la oportunidad de repetirla para mejorarla. Yo soy una de esas a las que Polaroid siempre ha llamado la atención, y de hecho, cuando estudiaba en la universidad y me reenganché por primera vez a lo analógico, una de las primeras cosas que hice fue conseguir una cámara Polaroid.
Fue una Job Pro 2 (1990), una cámara del tipo 600 de color amarillo y que precisamente por eso, se vendía y se regaló a los trabajadores de muchas empresas en especial en Estados Unidos, para la construcción y para trabajos donde el amarillo fuera un color de seguridad.
En los inicios de The Impossible Project, hice muchas fotos con mi flamante Polaroid, pero si que es cierto que la inconsistencia de la película así como el aumento de su precio, hizo que poco a poco la fuera dejando en la estantería como objeto decorativo. Así que cuando en enero de 2023 tuve mi segundo reenganche analógico, una de las primeras cosas que hice fue rescatar la Job Pro 2. Esta vez ya, con película bajo el paraguas Polaroid.
Al volver a disparar con ella, experimenté todo lo que pude y más, disparando en estudio, con danza y mucho más. Pero siempre había un punto en el que sentía que la propia cámara me limitaba ya que en ocasiones no enfocaba al 100%, le faltaba un punto de nitidez y controlar la luz no era fácil. En otras palabras, aunque me encantaba mi Polaroid amarilla, se me estaba quedando pequeña.
Me fui informando y empecé a mirar opciones, y eran dos las ganadoras, la Polaroid Now + Generation 2 (de las nuevas) y la SX-70 Sonar (de las clásicas). Finalmente, me decanté por la Now + y fue un gran error porque de hecho, no gasté ni un carrete entero y ya me di cuenta de que no era la cámara que estaba buscando. Cuando la utilizaba sin la app, sus resultados eran mucho peores que con la Job Pro 2, desenfocados y movidos, y no me gustaba tener que depender del teléfono para usarla. De hecho, creo que ahí se pierde toda la magia analógica.
Así que decidí vender la Now + (cosa que jamás haría con la Job Pro 2) y volver a la búsqueda de mi Polaroid perfecta. Cuando en su momento había investigado sobre la SX-70 Sonar, una de las cosas que me tiró atrás fue la poca sensibilidad de la película así como la falta de flash incorporado. Pero entonces, en uno de mis viajes a Reino Unido descubrí que allí una de las tendencias era coger SX-70 clásicas y adaptarlas para poderlas usar con película Polaroid 600 (y de hecho, muchas virguerías más). Así que gracias a mi amiga Mandy Left contacté con Polanthropy, especialista en personalización, reparación y adaptación de Polaroid SX-70 en todas sus vertientes.
Una vez tuve mi flamante Polaroid SX-70 Sonar (1978) adaptada a película 600 y personalizada (de color amarillo, obviamente) me di cuenta de que esta era realmente la cámara que estaba buscando para poder disparar fotos instantáneas en proyectos profesionales.
Además de conservar y mantener la magia clásica de la marca, el mecanismo de enfoque automático por ondas de sonar funciona a la perfección dando como resultado fotos nítidas tanto en estudio como en exteriores y además, es una cámara cómoda de llevar y fácil de usar.
Hace unas semanas estuve trabajando en Sitges con la bailarina Lioba Serra y disparé con ella unos cuantos carretes, juzgad vosotros mismos. Y si os gusta Polaroid y sentís que las cámaras plasticosas de la gama 600, pensad en pasar a una SX-70 clásica modificada (si es Sonar mejor), la inversión y los resultados valen mucho la pena.