Segundos pasos con emulsión líquida: papel japonés

El papel japonés o papel de arroz es el protagonista de esta segunda experiencia con la emulsión líquida… y he de reconocer que me ha enamorado. Es suave y resistente, no llega a confundirse con la textura de la tela pero tocarlo es toda una experiencia. Adelantar, eso sí, que una vez acabado el proceso esa textura cambia para convertirse en una superficie más rígida e inflexible. Aún así los resultados y posibilidades estéticas me han encantado.

Tira de prueba sobre papel japonés.

Copias finales, a 28 y 34 segundos de exposición.

Los materiales y primeros pasos sobre la emulsión líquida son los mismos que en el anterior post “Primeros pasos con emulsión líquida: papel de acuarela” que si no visitaste, te invito a descubrir.

En esta ocasión fui algo más metódica y arriesgué emulsionando papeles de 15x16cm con 2mL de químico. El papel japonés, a diferencia del de acuarela, me resultó más difícil de emulsionar porque es un papel muy blando que cuando lo mojas se arruga y se pega en toda superficie, haciendo complicada su manipulación. Este hecho me creó una problemática: ¿¡cómo guardarlos cuando aún están mojados!? Se me ocurrió improvisar con unas cajas de cartón individuales donde guardaría una lengüeta del tamaño de la misma caja a la que irían enganchados los papeles (uno por caja) y así, tendría un soporte más firme para emulsionarlos y podría guardarlos rápidamente y ocupando el mínimo espacio.

El invento funcionó bien hasta que llegó el momento de usarlos para ampliar algunas fotografías. No había pensado en que al secarse la emulsión, el papel se quedaría pegado a la lengüeta de cartón… Cuando me ví en aquella situación, con un poco de cuidado pude despegar el papel del cartón y procedí con las ampliaciones… una vez acabado el proceso y con luz normal, vi que esos restos de papel pegado interferían negativamente en la foto, pues había partes de la fotografía que tenían un fondo blanco por ese papel extra pegado en la parte posterior. Mientas lavaba las copias vi que frotando suavemente con la yema de los dedos y haciendo una especie de “churrito”, esa celulosa extra se iba desprendiendo… Eureka! Si bien es cierto que es un trabajo tedioso y arriesgado (puedes llevarte parte de la emulsión o romper el papel) la mayoría de fotografías se salvaron satisfactoriamente. En este sentido he de reconocer la gran resistencia del papel japonés y de la propia emulsión. Aun así, esto me obliga a pensar en otra alternativa cuando tenga que emulsionar nuevamente en este tipo de papel.

Fotografía con restos de papel pegado en la parte posterior.

El tiempo de revelado fue, por ejemplo en esta imagen, de un minuto y medio.

La manera de trabajar, como digo, fue la misma que para el papel de acuarela: haciendo una sola tira de prueba y ampliando con los dos tiempos de exposición que más me convencían. .

Creo que cuando empiezas tan de cero con una técnica hay que aventurarse a probar e ir un poco a lo loco para luego, según lo obtenido, ir acotando y perfeccionando la técnica. En estos momentos me siento muy libre de experimentar sin más expectativa que la de aprender y observar qué pasa según mi intuición, y creo que esta manera de proceder está reforzando aquellos conocimientos sobre laboratorio que poco a poco he ido integrando sin darme cuenta, dándome más seguridad en las decisiones que tomo.

Arriba, tira de prueba y copia final.

Las conclusiones en esta segunda tandada experimental son las siguientes:

  • El papel japonés, al haberse humedecido cuando se emulsionó, se seca de una manera libre y se levanta por algunas zonas, haciendo ondas. Esto puede suponer un problema cuando ampliamos, pues diferentes alturas del papel sobre el marginador hace que la exposición y enfoque no sea exactamente la misma en todas las zonas. Una solución rápida es pegar el papel al marginador doblando pequeños trozos de cinta de pintor sobre sí misma para conseguir un adhesivo de doble cara.

  • A diferencia del papel de acuarela, con el japonés me fue imposible diferenciar la parte emulsionada de la que no… así que me limité a guardar los papeles con los que iba a trabajar ese día de una manera concreta, dentro de una bolsa oscura, para saber que según cómo sacaba el papel, la cara emulsionada la tendría de frente. Parecen tonterías pero cuando estás en el lío te surgen estos pequeños contratiempos que hay que ir solventando rápida y eficazmente.

  • En este caso, como muestro más abajo, los detalles de las fotografías tampoco fueron notables.

  • Una vez en los químicos el papel se arruga y se dobla sobre sí mismo, haciendo muy difícil su manipulación. Además, si la copia tiene mucho blanco el papel se vuelve transparente, por lo que prácticamente desaparece en el líquido. Es importante tenerlo en cuenta para evitar el sobrerevelado.

  • Para que los papeles no se peguen al cartón donde los guardo, forraré las lengüetas con papel film de cocina, transformando de esta manera la base sobre la que irán los papeles recién emulsionados y esperando que se despeguen fácilmente.

Fotografía en emulsión líquida vs negativo digitalizado.

Me quedan muchas horas de laboratorio con esta técnica que me fascina pero los resultados obtenidos hasta ahora, aunque distan de ser perfectos, incluso correctos, me alientan a continuar probando, conociendo y mejorando con esta práctica.

Si te interesa la emulsión líquida te animo a leer el primer post de esta serie, Primeros pasos con emulsión líquida: papel de acuarela o a comentar sobre tu propia experiencia con ella.

¿¿No os dan ganas de probar? ?

Gloria Planells

Una aficionada curiosa que sabe poco de muchas cosas.

Gestionando la producción de Disparafilm.

https://www.instagram.com/glowing.art/
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