Golpe tras golpe: reflexiones sobre el proyecto

Aprovechando este espacio que me ha brindado Disparafilm, esta  es la parte final de una serie de reflexiones acerca del proyecto fotográfico que adelanto en el club de boxeo Aníbal González, con el cual me gané el segundo puesto de la beca Disparafilm, quienes financian su realización hasta noviembre de este año. Aquí traté de mostrar el desarrollo, los pensamientos y las decisiones que fui tomando en el proceso de creación y documentación de esta serie.


Para mí, capturar el boxeo ha sido fotografiar una parte de la historia de Cartagena. En el departamento de Bolívar, hemos gozado de grandes boxeadores. El más célebre ha sido Antonio Cervantes Reyes, más conocido como Kid Pambelé, personaje que representa tanto la subida, al ganar dos veces el título mundial en la categoría wélter junior y ser catalogado uno de los mejores libra por libra de toda la historia del boxeo, como la bajada, al tener una vida llena de escándalos, enfermedades mentales y adicciones a la drogas. Aún así, con todos estos matices, hablar de boxeo en nuestra ciudad es recordar sus hazañas.

Estatua de Kid Pambelé en su tierra natal, San Basilio de Palenque

Además, en el argot popular es siempre recordado el mítico combate entre Kid Pambelé y Alfonso "Pepermint" Frazer en 1972 que le confirió el título mundial a “Pambe” tras diez asaltos. Sin duda es uno de los momentos más importantes en la historia deportiva del país, ya que hasta entonces Colombia no conocía lo que era la palabra “ganar”.

Según el escritor y periodista colombiano Juan Gossain: “Éramos un país de perdedores. Nos consolábamos conjugando el verbo casitriunfar. Vivíamos todavía celebrando el empate con la Unión Soviética en el mundial de fútbol de 1962. Pambelé nos convenció de que sí se podía y nos enseñó para siempre lo que es pasar de las victorias morales a las victorias reales”.

Imagínese, querido lector, lo que era ser Antonio Cervantes Reyes en ese momento. Se podría decir que Kid Pambelé fue la primera superstar deportiva del país. Los diarios de la época no lo soltaban ni le perdían pisada. Colombia conocía lo que era el triunfo de la mano del boxeo y aprovechaban que estaba personificado para hacer un ruido mediático sin precedentes en el pueblo cafetero.

Vinilo de “El campeón” (1982), del cantante de salsa Álvaro José “Joe” Arroyo.

También han sido célebres otros pugilistas, como Rodrigo ‘Rocky’ Valdez, Juan Polo Pérez, Harold Grey, Pedro Rincón, entre otros. Todos ellos ganadores de títulos mundiales en distintas categorías. Nuestra historia con el boxeo es larga, tendida e incluso un poco infravalorada. Sin embargo, actualmente el deporte de las “narices chatas” atraviesa una profunda crisis a nivel mundial y eso también se siente en Cartagena.

Nos tenemos que remontar a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, donde una investigación posterior dio como conclusión que varios combates de estas justas fueron amañados. Además, también se ha denunciado la manipulación de resultados para dar acceso a las olimpiadas. Todo esto genera una situación grave para el boxeo ya que podría poner en riesgo su presencia en futuras citas olímpicas, a menos que hagan una reestructuración en sus comités organizadores.

Por este y otros factores más, que darían para un libro completo, este deporte ha perdido mucha fuerza en la ciudad, donde chicos y chicas prefieren practicar otro tipo de disciplinas, ya sea el fútbol, el béisbol (otro deporte tradicional de la ciudad) o el tenis. 

Teniendo claro el contexto, entonces ¿qué busco yo, como fotógrafo, retratando este tipo de escena deportiva?

Para mí, hay tres palabras claves que iré desarrollando: comunidad, familia y lo femenino.

Comunidad

Hay varios clubes de boxeo y gimnasios en la ciudad. Más modernos, quizá con una mejor ubicación, con un marketing tremendo, pero ¿qué hace especial este? Sin duda su comunidad. Ser parte del club de boxeo Aníbal González no es sólo ir y hacer una hora de calentamiento y una hora de sombra o guanteo.

El club es una parte importante para su barrio. Muchos niños/niñas y jóvenes encuentran refugio ahí, ya sea simplemente para pasar el sofoco del calor inclemente de Cartagena, para chismosear algún ejercicio/combate o para comenzar a entrenar con miras de ser un boxeador amateur o profesional.

Además, la comunidad del club va más allá del barrio en el que está situado. Gran parte de sus integrantes vienen desde otras partes de Cartagena, incluso de zonas rurales, para entrenar en el día a día. También muchas veces reciben personas extranjeras que se involucran en las dinámicas del espacio. He visto pasar gente de Croacia, China, México, Alemania, entre otros países y el intercambio cultural es muy interesante, a pesar de que los entrenadores no hablan otros idiomas más allá del español: logran comunicarse a través de gestos y movimientos, muchos universales en el argot del boxeo.

Sin duda, lo que hace especial al club es su carácter abierto y plural, que termina enamorando a propios y extraños. Este es el primer aspecto que quise reflejar en mi proyecto fotográfico.

Familia

Hablar del club de boxeo Aníbal González es, sin duda, hablar de su familia. Aníbal le ha heredado la pasión por este deporte a sus hijos/hijas y nietos/nietas, quienes también se han vuelto replicadores del fervor que se vive en las cuatro paredes del club. Además muchos entrenadores y boxeadores se han vuelto parte de la familia, ya que han compartido mucho tiempo juntos. Brayan, por ejemplo, ha estado ahí desde los cuatro años y es casi un hijo adoptivo de la familia González.

En este caso, una de las palabras claves es “Legado”, pues la historia de Aníbal ha trazado que sus hijos, sobrinos y nietos mantengan viva la llama del espacio que construyó con mucho esfuerzo y pasión. Además, al ser una familia, cada uno de los miembros se apoya en sus procesos. Los hijos apoyan a Aníbal a mantener su amado club y Aníbal es gestor de muchos de los logros de sus descendientes, como Hansel González quien sigue en su camino por ser un exitoso boxeador profesional.

Lo Femenino 

El club de boxeo no es un lugar exclusivo de hombres. De hecho fue uno de los primeros espacios donde hubo mujeres boxeadoras en la ciudad de Cartagena. Este aspecto femenino se mantiene hasta hoy, donde siempre podemos encontrar diversas chicas que practican seriamente esta disciplina en las instalaciones del club. Y una de las hijas de Aníbal, Johenn González, es una de las entrenadoras más importantes de este espacio.

Es importante entender que el boxeo ha sido un deporte, como muchos, históricamente practicado sólo por hombres. Entonces que en este lugar haya registros de boxeadoras desde 1985 es, de manera clara, muy importante y también uno de los legados más preponderantes del club Aníbal González.

También es uno de los temas que me han parecido más interesantes, porque en la sociedad de la costa Caribe aún hay ciertos paradigmas machistas que generan límites para las mujeres a la hora de practicar deportes como este. Esta característica también da complejidad para fotografiar lo femenino ya que la proporción de boxeadoras en comparación a boxeadores, sigue siendo muy baja. Por eso es algo en lo que seguiré trabajando en este proyecto.   

Con este texto cierro mi etapa del proyecto financiado por Disparafilm, no sin antes agradecer a todo su equipo por su paciencia  y ayuda en este proceso, en el que sin duda fueron fundamentales. También agradecer a todas las personas que me acompañaron en este camino y al club de boxeo Aníbal González por abrirme las puertas. El proyecto continuará de manera independiente y espero, queridos lectores, puedan seguirlo y comentarme sus impresiones.    

Nota técnica: Las fotos mostradas en este trabajo han sido de las últimas reveladas del proyecto. Las blanco y negro fueron hechas con Tri-x 400 forzado a 800/1600 y las de color con Fuji Superia 400.

Ricardo Javier Ramírez Hamburger

Me llamo Ricardo Ramírez Hamburger. Tengo 23 años. Soy de Cartagena, Colombia, lugar en el que he vivido desde que tengo uso de razón. Estudié comunicación social y periodismo en la universidad de Cartagena, ahí fue donde me enamoré de la fotografía hace ya 6 años. Desde entonces he sido un apasionado por el crear imágenes y narrar historias, siendo los procesos fotoquímicos una de mis grandes pasiones ya que me han permitido aprender a disfrutar el momento de fotografiar más allá del resultado. También soy un gran enamorado del deporte, los libros y las relaciones humanas.

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