El papel de la fotografía analógica en la era digital I*
Actualmente, mientras la mayoría de las fotos se realizan con un teléfono celular, hay un cierto resurgimiento de la fotografía analógica en gran parte del mundo. Y no es sólo por nostalgia de viejos fotógrafos como yo, negándose a las nuevas tecnologías. Muchos jóvenes dejan a un costado sus modernos equipos digitales para incursionar en el mundo de los haluros de plata.
En los últimos años, quienes nunca nos alejamos de la fotografía analógica veíamos día a día desaparecer de los comercios productos como películas, papeles y químicos, quedándonos muy pocas alternativas. Agfa fuera del mercado, Kodak y Fuji dejando de fabricar ciertas líneas de películas y papeles fotográficos. Y los químicos, que algunos ya no se consiguen para preparar pequeñas cantidades, teniendo entonces que fraccionar para poder utilizarlos.
Pero el nuevo auge de la fotografía analógica hace creer que la fabricación de películas puede volver a ser rentable, ya que tanto Kodak como otros jugadores vienen anunciando relanzamientos y nuevos productos en los últimos tiempos.
Pero, ¿cuál es el atractivo de la fotografía analógica para los jóvenes? ¿Qué rol cumple? ¿Qué experiencia diferente aporta? Justamente la clave está, creo yo, en esta última pregunta, la experiencia es la diferencia. Ante la determinista obtención de buenos resultados que proveen las últimas tecnologías aplicadas en el desarrollo de las cámaras digitales, la fotografía analógica ofrece algo diferente: incertidumbre. Incertidumbre que no se basa principalmente en la espera para ver las imágenes luego del proceso de revelado, frente a la inmediatez que ofrece la fotografía digital. La incertidumbre es mayormente por el componente de imprevisibilidad en los resultados.
Si bien quienes aprendimos fotografía cuando sólo era posible a través de procesos químicos, supimos incorporar procedimientos para obtener resultados más o menos homogéneos, es cierto que es muy difícil, sino imposible, obtener dos fotos exactamente iguales. El estado de conservación de los materiales, tiempos, temperaturas, agitados, intervenciones, etc. son algunas de las muchas variables que afectan el aspecto final de la imagen.
Pero muchos ven en esta complejidad la oportunidad para experimentar. Entonces el mundo analógico ofrece una variedad de caminos que potencian esta búsqueda. La utilización de diferentes cámaras, desde las de juguete (que se pusieron de moda tiempo atrás con la lomografía), descartables, darle nueva vida a las compactas, pockets y telemétricas que aparecen en algún armario o que se pueden conseguir a un bajo costo, hasta las siempre confiables y robustas réflex. Y por qué no, armarse alguna estenopeica. Con respecto a las películas, no sólo se trata de adquirir las que aún se siguen comercializando, sino también de probar con materiales vencidos, ya sea recientemente o hace mucho tiempo, que también suelen encontrarse. Y, por supuesto, incursionar en procesos o técnicas especiales, como ser doble exposición, solarizado, reveladores caseros, etc. Incluso hasta la búsqueda del error es bienvenida. Muchos se maravillan hoy, por ejemplo, al encontrar en sus negativos entradas de luz, y lo que antes arruinaba una foto, ahora le da un toque especial.
Pero más allá de la experimentación per se, la fotografía analógica se va constituyendo como una técnica alternativa, coexistente con la fotografía digital. Así como en las artes plásticas se puede elegir entre óleos o acuarelas, ceras o carbonilla, el fotógrafo puede optar por los píxeles o las sales de plata como medio para plasmar sus expresiones creativas.
* El artículo original puede verse en Las nueve musas.
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