Lo que ellas vieron: Fotolibros históricos realizados por mujeres, 1843-1999
NOTA PREVIA: Este artículo corresponde al texto de la hoja de sala de la exposición “Lo que ellas vieron: Fotolibros históricos realizados por mujeres, 1843-1999”, organizada por el Museo Reina Sofia en colaboración con 10x10 Photobooks.
La historia del fotolibro es un campo de estudio relativamente nuevo: prueba de ello es que en el año 1999 se publicó una de las primeras antologías de “libros sobre libros”: Fotografía Pública/ Photography in Print 1919-1939, el catálogo de la exposición homónima que tuvo lugar en el Museo Reina Sofía. Durante las dos últimas décadas se ha desarrollado una pequeña industria de producción de libros sobre fotolibros, en los que estas obras se agrupan conforme a criterios geográficos o temáticos. Pero en la mayoría de estas publicaciones, las aportaciones femeninas son muy escasas. Por este motivo, en 2018, 10×10 Photobooks decidió poner en marcha How We See: Photobooks by Women: una sala de lectura itinerante con una publicación asociada. El proyecto, que se centraba en fotolibros contemporáneos realizados por mujeres entre 2000 y 2018, fue el primer paso de 10×10 Photobooks en su empeño por reexaminar la historia del fotolibro en relación con la mujer. Aunque solo tiene veinticinco años, la historia de este medio ha sido escrita principalmente por hombres y se ha centrado en las publicaciones de autoría masculina. Así, en la mayoría de las antologías, encontramos muy pocos libros de fotógrafas y, cuando aparecen, suele tratarse de obras ya conocidas.
En el equipo de 10×10 Photobooks, una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es dar a conocer y poner en valor los fotolibros a escala global, son conscientes de que la historia de este formato se ha escrito ―y se sigue escribiendo― desde una perspectiva sesgada, y de que es necesario forjar una “nueva” historia. Sin embargo, “reescribir” esta historia implica aceptar primero la historia parcial que se ha escrito hasta el momento. La respuesta de 10×10 Photobooks es otra: más que “reescribir”, proponen “desescribir” la historia del medio. Una historia plagada de omisiones que no se deben a errores: las ausencias revelan los prejuicios y el carácter incompleto de las investigaciones dominantes. Por ello, para ofrecer una visión más integradora y diversa, es preciso abordar colectivamente estas omisiones.
Con este objetivo, surge la iniciativa What They Saw: Historical Photobooks by Women, 1843-1999, una sala de lectura itinerante acompañada por una publicación y un programa de actividades públicas, que pretende despertar el interés por algunos fotolibros poco conocidos realizados por mujeres entre 1843 y 1999, y completar las lagunas existentes. Si enfatizamos que se trata de “algunos fotolibros” es para señalar que queda aún mucho trabajo por hacer; tan solo estamos empezando a abrir la puerta. En algunos casos, esta labor se complica: por ejemplo, al investigar los libros creados antes de 1900 fuera de Estados Unidos y de Europa, o los realizados por mujeres racializadas, sabemos que podría existir, por ejemplo, una artista que crease un libro o un álbum ilustrado con fotografías, pero no hemos sido capaces de dar con más documentación, tan solo una breve mención, antes de perder el rastro definitivamente.
También hemos encontrado obstáculos al estudiar a aquellas mujeres que colaboraron con sus maridos. Muchos de los libros en los que participaron se atribuyen exclusivamente a ellos, y la aportación de ellas, cuando se menciona, solo aparece en las notas a pie de página. En algunos casos, las autoras firmaban sus obras con un nombre neutro en cuanto al género y que solo utilizaban en el ámbito profesional, o se limitaban a escribir la inicial de su nombre de pila seguida de su apellido. Otro obstáculo en nuestra investigación es la definición convencional de fotolibro: un volumen encuadernado con ilustraciones fotográficas publicado por un autor o por una editorial independiente o comercial.
Hemos llegado a la conclusión de que es necesario ampliar el marco de esta definición general para dar cabida a los álbumes individuales, los folletos de exposiciones, los álbumes de recortes, las maquetas, los fanzines y los libros de artista, con el fin de poder ofrecer una imagen más completa. Para construir este nuevo marco hay que redefinir también la noción de autora de fotolibros e incorporar a aquellas mujeres que no se definen como fotógrafas ni artistas, pero han creado “libros” con fotografías tomadas por ellas o por otras personas. La financiación fue otro de los escollos para estas autoras. Muchas fotógrafas que exhibieron activamente su obra carecían de los recursos personales necesarios para producir un libro o fueron incapaces de encontrar a alguien dispuesto a avalar proyectos de esas características.
En esta versión de la sala de lectura What They Saw que acoge la Biblioteca y Centro de Documentación del Museo Reina Sofía se muestran 60 de los más de 250 libros reunidos en la publicación asociada al proyecto, la mayoría pertenecientes a los fondos de la institución. Esta selección incluye libros procedentes de todo el planeta que se muestran ordenados cronológicamente. Comenzamos con la botánica británica Anna Atkins, la primera persona que imprimió y distribuyó un fotolibro. El simple deseo de compartir imágenes de los especímenes de algas que había recopilado dio lugar a una nueva forma de arte: la presentación de fotografías en el formato libro. En los años posteriores, mujeres como Isabel Agnes Cowper, la fotógrafa oficial del South Kensington Museum (el actual Victoria and Albert Museum de Londres), se sirvió de la fotografía para documentar piezas del museo que después se reprodujeron en numerosos libros. Hasta hace poco, Cowper ha permanecido en el anonimato, pues en ninguna de las publicaciones del South Kensington Museum se la acreditaba como fotógrafa.
A principios del siglo XX, las autoras empezaron a darse a conocer. La fotógrafa artística Germaine Krull publicó muchos libros que abordaban la fotografía desde una perspectiva creativa e inventiva. Margaret Bourke-White se convirtió en una prestigiosa fotoperiodista, recorrió el mundo entero trabajando para las revistas Fortune y Life, y produjo incontables libros. En Rusia, en la década de 1930, Varvara Stepánova colaboró con su marido Aleksandr Ródchenko en la creación de libros colmados de fotomontajes experimentales. A medida que avanzaba el siglo, muchas mujeres en otras regiones del mundo encontraron su voz en los fotolibros. La antropóloga estadounidense Eslanda Cardozo Goode Robeson viajó a Uganda y a Sudáfrica y, en 1945, publicó African Journey, uno de los primeros libros sobre África escrito por una investigadora afroamericana. En México, en 1951, Lola Álvarez Bravo incluyó algunas fotografías en Acapulco en el sueño, una atrevida publicación creada para fomentar el turismo en Acapulco. Pocos años después, la fotógrafa venezolana Fina Gómez Revenga colaboró en París con la famosa editorial francesa Draeger Frères para ilustrar los poemas de la poeta surrealista Lise Deharme.
Con la llegada de la década de 1960, las mujeres empezaron a producir fotolibros que alcazaron una gran difusión, en muchos casos con un enfoque social. Helen Levitt, la fotógrafa de las calles de Nueva York, publicó A Way of Seeing en 1965, mientras que Carla Cerati participó en 1969 en Morire di classe, una fascinante crítica visual de las terribles condiciones de los hospitales psiquiátricos italianos. A partir de los años setenta, gracias al empuje de movimientos como el de la liberación de la mujer en el contexto anglosajón, y durante las tres últimas décadas del siglo XX, las fotógrafas tuvieron un papel más protagonista, con una producción constante de fotolibros. En 1971, un año después de la muerte de Diane Arbus, la editorial Aperture publicó una monografía en formato fotolibro que hoy en día sigue influyendo a las nuevas generaciones de fotógrafos. Barbara Brändli emigró a Venezuela desde Suiza y retrató la enérgica y fulgurante transformación de la ciudad de Caracas; mientras que la fotógrafa y activista JEB (Joan E. Biren) recorrió los Estados Unidos fotografiando los eventos del orgullo lésbico. En Sudáfrica, Lesley Lawson, miembro de la agencia fotográfica Afrapix, expuso las condiciones laborales de las mujeres negras de Johannesburgo en un trabajo que combinaba entrevistas y fotografías. En Passion (1989), la camerunesa Angèle Etoundi Essamba retrató y puso en valor la belleza y el espíritu de las mujeres negras, mientras la estadounidense Donna Ferrato llevaba a cabo una investigación inquebrantable de la violencia doméstica en Living with the Enemy (1991), y Nan Goldin mostraba el amor violento y la pérdida en su personal narración The Ballad of Sexual Dependency (1986). En el ámbito de los libros centrados en estudios culturales, Wang Hsin registró las tradiciones de Lanyu (la Isla de las Orquídeas) cerca de la costa de Taiwán; Cristina García Rodero, las fiestas y los rituales religiosos de su España natal, y Ketaki Sheth, imágenes de gemelos y trillizos de la comunidad india de Guyarat.
Al indagar en diferentes regiones, algunas recónditas, y épocas, hemos reunido muchos libros olvidados, pero aún quedan muchos otros por descubrir. Sabemos, por ejemplo, que, en el siglo XIX en Irán, existió una mujer que llevaba el diario de su marido y probablemente este incluyese fotografías tomadas por ella, pero no hemos podido encontrar documentación visual de esta labor. También hemos hallado varios libros en los que la naturaleza de la contribución de mujeres en obras de fotógrafos masculinos resulta bastante ambigua. Hemos descubierto varias “pistas” de este tipo, y hemos decidido que perderíamos una valiosa oportunidad si las dejáramos pasar. Por ello, en la publicación que acompaña What They Saw, hemos incluido una “cronología” en la que aparecen varios acontecimientos históricos relacionados con la edición, las revistas, las pequeñas editoriales, la fotografía y el feminismo que, si bien no sabemos si dieron pie a algún fotolibro, es indudable que influyeron en la historia de este tipo de publicaciones. Con el fin de fomentar el análisis de estas “pistas” sin resolver, 10×10 Photobooks ha creado un programa de becas de investigación para promover el estudio de algunos temas de la historia del fotolibro que merecen una mayor atención.
Desde que pusimos en marcha el proyecto, nos propusimos integrar en What They Saw un conjunto heterogéneo de publicaciones ilustradas con fotografías realizadas por mujeres. Para crear una historia del fotolibro más completa, es necesario que contribuya todo el mundo (hombres, mujeres, personas de género no binario, blancos, negros, asiáticos, africanos, latinos, indígenas, etcétera). Creemos que esta iniciativa dedicada al papel de la mujer en la producción, difusión y creación de fotolibros es un paso necesario para “desescribir” la historia actual del fotolibro y reescribir una historia más equitativa e integradora. Animamos a los futuros investigadores a dar los siguientes pasos para estudiar en mayor profundidad el impacto histórico de las mujeres y de otras comunidades silenciadas en el ámbito del fotolibro, así como a descubrir nuevos volúmenes que amplíen la selección que presentamos en esta sala de lectura y en la antología que la acompaña.
NOTA: Este artículo corresponde a la transacripción del texto de la hoja de sala de la exposición “Lo que ellas vieron: Fotolibros históricos realizados por mujeres, 1843-1999”, organizada por el Museo Reina Sofia en colaboración con 10x10 Photobooks.
La autoría del mismo debe ser atribuida a los comisarios de esa muestra Russet Lederman y Olga Yatskevich.
La exposición se puede visitar entre el 23 febrero y el 7 junio, 2024 en el Espacio D de la Biblioteca y Centro de Documentación del museo (Edificio Nouvel).