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Exposición ‘15 minutos de fama' de Hubertus von Hohenlohe’


Ciudad: Málaga

Provincia: Málaga

País: España

Horario: De lunes a viernes de 10 a 14 horas y de 16 a 19 horas. Sábados de 10 a 14 horas. Domingos y festivos cerrado.

Lugar: Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga (Plaza del Obispo, 6, 29015 Málaga).

Web: Fundación Unicaja

Instagram: Fundación Unicaja

En el emblemático Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga y bajo la organización de Fundación Unicaja, el artista Hubertus von Hohenlohe presenta medio centenar de obras de gran formato bajo el título 15 minutos de fama. La exposición se inicia con una serie de fotografías en las salas uno y dos, donde bajo la frase “I’ll keep playing the game until everybody remembers my name”(continuaré jugando el juego hasta que todos recuerden mi nombre) se intuye la relación del artista ante la fama que rodea su nombre y el de su familia; Hubertus decide convertirse en su propio paparazzi, iniciando un estilo de fotografía en el que protagonista, observador y escenario se funden en uno. Una serie de fotografías a modo de álbum familiar contextualizan una vida de privilegios y aventuras que marcan el punto de partida de un artista insólito.

En la tercera sala “Desperately searching for myself” (buscándome a mí mismo desesperadamente) se manifiesta la imperiosa necesidad del artista de reclamar su lugar en el mundo, Hubertus se infiltra de forma descarada y casi arrogante en sus fotografías como un voyeur no invitado, creando un juego de capas superpuestas y colores donde la persona se diluye, perdido y a la vez encumbrado por el entorno que le rodea y le cautiva. El contexto urbano se convierte en el marco en el que el artista explora y se mueve, buscando su particular armonía dentro del movimiento perpetuo de la ciudad.

La fama es el nuevo paraíso prometido y todos nos sentimos con derecho a alcanzar este nuevo nirvana, y así, con este leitmotiv en la cuarta sala, Hubertus exhibe sus retratos. “Who is who inside of me” (quién es quién dentro de mí). Personajes del cine, la moda, el folclore y el deporte, compiten con el artista por esos minutos de gloria. Infiltrándose en sus fotografías cuestiona quién es realmente el protagonista, ¿quién merece realmente este altar de admiración y veneración que llamamos fama? Hubertus presenta a estos personajes, que se han ganado el cielo de nuestra nueva cultura, apropiándose y colándose en su fiesta. Los retratos de Hubertus crean con extraordinaria fuerza, un mundo de reflejos que nos sugiere que todo lo que vemos es una ilusión.

Anunciando su vida como si se tratase de un producto a la venta, la quinta sala se convierte en un reclamo publicitario, una sala oscura donde los vibrantes colores de la ciudad, las luces y el movimiento crean un espacio cautivador donde el artista se pierde en una suerte de collages casi sacros; los santos venerados somos nosotros mismos, nuestro ego, nuestra imagen. La iconografía del cine y la publicidad se rinden ante la imagen repetida del artista que eleva su figura casi a los altares del narcisismo. Hubertus juega con nuestra percepción del mundo y nos invita a replantearnos quienes son nuestros nuevos dioses. Un reloj-escultura marca el paso del tiempo rodeado de personajes atemporales, invitándonos a ser testigos de nuestra propia mortalidad.

“I’m a street artist without a Street” (soy un artista callejero sin calle); este alegato que enmarca la sexta y última sala de la exposición, resume la trayectoria de Hubertus. Fruto del elitismo y de esa sociedad que no pisa la calle, el artista reclama su lugar en el barro. Busca su “calle”, ansía su lugar y, sin pedir permiso, se apropia con su cámara del arte callejero; se infiltra de manera descarada e insolente en cada rincón, presentando incluso su visión de España a través de sus propias experiencias, la tierra que le ha acogido con los brazos abiertos y con la que se funde entre imágenes de folclor, fiesta y arte.

La obra de Hubertus está intrínseca e indiscutiblemente unida a su persona. Viaja por el mundo con su cámara, capturando momentos con aparente espontaneidad y con un cierto sabor a publicidad encubierta, logrando unas imágenes cautivadoras y atractivas. Su forma de capturar el momento, no exento de romanticismo, se yuxtapone a una marcada estética alegre e informal. Hubertus mezcla con acierto la intuición y el cuidado trabajo de postproducción revelando una obra totalmente jocosa, fresca y diferente.

En una época de filtros, likes, egos desmesurados, exhibicionismo insolente, sobrexposición del yo, fanatismo estético y ambiciones superfluas, Hubertus von Hohenlohe nos enfrenta a nuestra realidad con una crudeza cargada de humor y cinismo.


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