Regresar a todos los eventos

Exposición ‘Proyecto Polaroid. En la intersección del arte y la tecnología‘


Ciudad: A Coruña

Provincia: A Coruña

País: España

Horario: De lunes a domingo (festivos incluidos): 11-14h y 17-20h / Entrada gratuita.

Lugar: Fundación Barrié. Cantón Grande, 9. 15003 A Coruña

Web: Fundación Barrié

Facebook: Fundación Barrié

Email: info@fbarrie.org

Teléfono: 981 22 15 25

La Fundación Barrié acoge, en primicia para España, la exposición Proyecto Polaroid: En la intersección del arte y la tecnología, comisariada por William Ewing; Barbara Hitchcock; Deborah G. Douglas; Rebekka Reuter y Gary Van Zante de la Foundation for the Exhibition of Photography y el MIT Museum.

La muestra comprende más de 300 piezas, entre las que se cuenta material gráfico elaborado con toda la gama de papel y películas Polaroid y con las que se abarca una producción artística que va desde la década de 1940 hasta nuestros días. Prototipos, modelos, papel y películas experimentales, dibujos técnicos y material relacionado integrarán el lado técnico de la exposición.

Algunos de los nombres representados son: Ansel Adams; André Kertész; Sandi Fellman; Peter Beard; Dennis Hopper; George Silk; Richard Hamilton; Bill Eppridge; Shelby Lee Adams; Fazal Sheikh; Chuck Close; Philippe Halsman; Guy Bourdin; William Wegman; Edward Steichen; Andy Warhol o Robert Mapplethorpe.

La exposición ha sido organizada por la Foundation for the Exhibition of Photography, Minneapolis/New York/Paris/Lausanne y el MIT Museum, Cambridge, Mass., en colaboración con la Fundación Barrié.

La exposición

La muestra, compuesta por más de 300 fotografías y objetos, ofrece una panorámica general de un fértil terreno para la creación de imágenes, con su material gráfico e instrumentos, que puede resumirse bajo un nombre sencillo y reconocido en todo el mundo: Polaroid.
Pese a la desaparición de esta gran empresa en los primeros años de nuestro siglo, Polaroid sigue siendo una marca de gran prestigio que evoca innovación, utilidad, creatividad y calidad. En esta exposición se presenta la obra de más de cien fotógrafos, junto con sus instrumentos de trabajo, el material y otros artefactos relacionados que hicieron posibles sus creaciones gráficas.

Se trata de un proyecto que gira en torno a un fenómeno complejo que fue y, sorprendentemente, hasta cierto punto sigue siendo fundamental en nuestra cultura, basada en las imágenes y saturada de ellas. El fenómeno Polaroid connota una miríada de significados: en primer lugar, denota una empresa, un negocio, una industria, una tecnología y unos productos concretos que se situaron con orgullo a la vanguardia de la creación de imágenes fotográficas en un mundo occidental posbélico que creía sinceramente que «más fácil» y «más rápido» quería decir «mejor». El carismático fundador de la empresa, Edwin H. Land, podía llegar a sonar mesiánico en sus pronunciamientos referentes al nuevo mundo que ya se encontraba a la vuelta de la esquina y, al igual que los científicos románticos de cien años atrás, con quienes se identificaba, albergaba la convicción de que su invento le prestaría un servicio a la humanidad de múltiples formas, en el trabajo y en el ocio, en las artes y en las ciencias.

La historia de Polaroid es fascinante e instructiva en muchos sentidos: el científico y tecnológico, el industrial y comercial, el social y cultural. En pleno apogeo de la marca, durante la segunda mitad del siglo XX, sus cámaras y películas eran adquiridas por millones de aficionados e incontables profesionales de diversos ámbitos. Mientras que las familias dejaban constancia de aniversarios y fiestas de graduación, los cineastas y fotógrafos de moda hacían tomas de prueba, los científicos consignaban sus observaciones, la policía documentaba los lugares donde se había cometido un delito y los artistas, por su parte, adoptaban ese nuevo medio por lo singular y llamativo de sus cualidades. En el núcleo de todo ello radicaba un concepto, la instantaneidad: ya no había que enviar las películas a un laboratorio y esperar días o semanas, ni tampoco siquiera meterse en un cuarto oscuro a pelearse con un laborioso proceso químico, sino que, con la gama de productos instantáneos de Polaroid, fotógrafo y sujetos podían observar juntos cómo la imagen tomaba forma ante sus ojos. Un gran número de profesionales encontraron en el nuevo medio una maleabilidad y una versatilidad que fomentaban y recompensaban la experimentación; así, en ocasiones la impresión resultante constituía únicamente un paso hacia la obtención de una imagen definitiva, lo que daba lugar a modificaciones y tomas ulteriores, y en muchos otros casos esa primera creación se convertía en el material gráfico ya finalizado.

Lo que Polaroid prometía —y cumplía— era, en verdad, algo mucho más fácil y rápido que ningún otro tipo de fotografía que se hubiera visto antes. Y de una alta calidad manifiesta, la mejor que pudieran llegar a gestar las mentes y máquinas modernas. Polaroid llegó a significar algo más que sus productos finales de índole material, en cuya «manufactura» intervenía todo el mundo (pues quien pulsaba el botón tenía la impresión de estar realmente imprimiendo la imagen). En la conciencia colectiva, Polaroid no solo llegó a ser sinónimo de calidad, rapidez y facilidad, sino que incluso podría decirse que, subliminalmente al menos, era sinónimo de otro concepto, el de democracia (la fotografía Polaroid era cara, sobre todo al principio, pero también lo eran los Cadillac y a estos no se los consideraba una cosa menos democrática, en el sentido de que cualquier estadounidense que pudiera aparecer con el dinero tenía uno a su alcance).

Si Polaroid era una idea, una tecnología, una empresa, un gigante industrial y demás, también constituía el microcosmos de unos Estados Unidos ideales: un lugar genial, rápido, claro, colorido, honrado, trabajador, competitivo, progresista…, entretenido. No es de extrañar que entre tanta gente se suscitasen sentimientos de tristeza ante su pérdida. Por suerte, tal pérdida no se extendió también a la vastísima cantidad de material gráfico en sí mismo.

Una característica distintiva de esta muestra radica en la inclusión de artefactos que evocan la interacción de arte, ciencia, tecnología y cultura; en otras palabras, su crucial intersección. La creatividad de fotógrafos y artistas se yuxtapondrá a la de científicos, ingenieros y técnicos, como quedó patente en los laboratorios, establecimientos y mesas de trabajo de Polaroid. Los empleados de la empresa dieron muestra de una creatividad extraordinaria, a la que se sumaban su sensibilidad y su compromiso con los afanes artísticos de los fotógrafos profesionales. El Proyecto Polaroid explicita tal relación recíproca: fueron los artistas los que ayudaron a configurar Polaroid, en tanto que esta ejerció una fascinante influencia sobre aquellos y sobre la fotografía. Asimismo, los objetos expuestos invitan a establecer comparaciones entre lo elitista y lo corriente. Pues, en efecto, Edwin Land fue famoso por romper barreras en sus laboratorios y fábricas y las cámaras Polaroid encarnan un ideal: el de que todos nosotros tenemos el potencial de ser creativos, de que el arte puede y debe ser generado en cualquier momento, en cualquier lugar y por cualquiera.


Anterior
Anterior
10 de marzo

“Dolores. Las mujeres que nos precedieron”, de Agustín Pacheco

Siguiente
Siguiente
14 de marzo

Exposición ‘Crisàlide i Adiccions’, de Gisela García Vara y Sandra Roman Belinchón