Cristóbal Hara (I): El color no es tan importante

Cristóbal Hara utiliza fotos de calles de pueblos españoles como interludios en sus  ensayos. Solitarias. Y típicamente españolas. En un color saturado. Es el escenario  donde se desarrolla su trabajo. ¿Está diciendo que también el paisaje puede ser lo que provoque en el espectador la grotesca admiración, y no sólo las personas que  aparecen en sus fotos?

Ha conseguido que sus imágenes digan. ¿Adónde ha llevado las imágenes? Las ha  resignificado, y ahora esas fotos dicen algo distinto a la literalidad física, la que  recoge la gelatina de los negativos. 

Son fotos majaderas. ¿Las calles son de pueblos castellanos? Son escenarios  quijotescos. Por primera vez veo España como cuando veo una fotografía americana,  porque América es como sale en las fotos, y la España de Hara es como España. 

La fiesta es el paisaje de la mayoría de sus fotos. Religiosa y profana. Fuerzas  atávicas, a veces concurrentes, cada una en su tradición. Pero el individuo, casi  siempre capturado en su momento de éxtasis aparece como domeñador de la  tradición. En ese momento la tritura, se salta la regla y es el que manda. Sólo en ese  momento que nos enseña Hara. Antes no. Después tampoco. La fuerza ciega del  vitalismo del hombre se eleva. Sólo en ese momento. El instinto animal del hombre  se congela en ese instante fugaz que hace pensar en los monos de la escena inicial de 2001: una odisea en el espacio: el hombre domina, y lo celebra. 

Sin un compromiso supremo con la creación de ese discurso, esta es la tarea del  héroe, no sale nada. No son fotos graciosas; son obras maestras de la sociología. Son capturas de victorias momentáneas del hombre en su hibris, que pisotea las propias reglas que ha creado el hombre.  

Dice Hara que la cámara hace cosas y él la deja puesta a ver qué sale. Delega  responsabilidad en la cámara. ¡Qué forma tan elusiva de decir que eso es parte de su  técnica! Pero ¿qué sería de nosotros sin la abstracción, si no inventamos historias? Él ha inventado esta: pone la cámara y la cámara hace cosas. Para conseguir construir  estos relatos necesita además que los actores se muestren con espontaneidad. Hara le pide eso a sus fotos. Esas pasan el filtro. Él no quiere escribir ni explicar. Es una postura estética; cobra sentido si el artista se mantiene firme en ella, y si su trabajo es  bueno; qué cosas, ¿cómo no?

Todo esto que digo me lleva a una conclusión, ¿contraria a la opinión del propio  Hara?: El color no es tan importante en su trabajo. Lo que cuenta en mayor grado es su percepción.

Isidoro Villena

Isidoro Villena Reinoso es ingeniero informático aunque tiene alma de historiador. Apasionado de la Historia del siglo XX, en especial las dos guerras mundiales, ha traducido del alemán dos libros para la editorial Salamina y mantiene un blog de reseñas libros de Historia del siglo XX desde el año 2008. Ha traducido artículos para la revista Desperta Ferro y publicado en el portal literario Zenda. Desde hace unos años es aficionado entusiasta de la fotografía, en especial analógica, y centra su interés en el significado de la fotografía a lo largo de la Historia, y de la imagen en general.

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