28 de junio, Día del orgullo LGTBIQ+: El diario de Bel
¿Alguna vez has sonreído al mirarte en el espejo?
Yo sí, y ¿sabes qué? Recuerdo claramente cuándo fue. ¿Cómo puedo recordarlo? Muy simple, porque fue hace sólo unos meses. A mis 44 años sonreí por primera vez al mirarme en el espejo. Sonreí porque me gustaba, porque por primera vez en mi vida me gustaba lo que veía. ¿Cuál era la diferencia? Simplemente que llevaba ropa de mujer. A los 44 años, me gustaba por primera vez. Por primera vez estaba orgulloso de lo que veían mis ojos.
En ese momento comienza un viaje que espero compartir con ustedes a través de la fotografía. Este viaje, hasta ahora, me ha hecho llorar, reír, amarme y odiarme. Pero también me ha hecho algo que lo cambia todo y, por primera vez en mi vida, además de gustarme, he sentido una paz inmensa dentro de mí. He sentido cómo las cosas encajaban en su lugar, de una manera que nunca había sentido.
¿Puedes imaginar lo que es, a los 44 años, casado y con hijos, decirle a tu esposa que crees que realmente llevas una mujer dentro y no un hombre? ¿Cómo de repente toda tu vida armada se tambalea? Eso es lo que estoy viviendo ahora y, a pesar de todo, creo que vale la pena. No sé dónde terminará mi camino, pero todo apunta a que terminará siendo realmente una mujer a tiempo completo, ¡y eso da miedo! ¡Vaya si da miedo!
Alerta de spoiler: mi esposa lo acepta y me brinda todo el apoyo del mundo. No puedo imaginar lo que estaría viviendo ahora mismo si ella no me apoyara. Según ella, cuando me puse la ropa de mujer y me miré al espejo por primera vez, mi cara cambió. De hecho, todavía cambia. Siempre me dice que supo en ese preciso momento que no había vuelta atrás. Nunca había visto esa cara en mí. Yo me di cuenta mucho más tarde. De hecho, todavía tengo dudas, ¿qué estás haciendo? ¿Qué tontería es esta? ¿Qué cambia? Es solo ropa... Todos estos son pensamientos que pasan por mi cabeza, pero cuando me visto de mujer, todo tiene sentido de nuevo.
Os pido disculpas de antemano porque por ahora no me muestro completamente con vosotros, y el motivo es muy simple: gran parte de mi familia aún no sabe que estoy en este proceso. El gran paso que me falta es hablar con mis padres, aún no he reunido el valor.
De todos modos, entiendan que cuando alguien comienza un proceso como este no es un capricho. Es algo que tenía cerrado dentro de mí, escondido, enterrado... porque me he odiado por querer ponerme unas bragas o una falda. He odiado tener esa necesidad. Porque se convierte en una auténtica necesidad, no saben lo que es estar en el trabajo y desear llegar a casa para quitarte la ropa de hombre y ponerte ropa de mujer. No saben lo que es aborrecer la ropa que has usado durante 44 años de tu vida y no saben el pequeño cambio que hace llevar un anillo que te regalaron en Italia o un colgante con una inicial que es la de tu nombre. O quizas, si, sabeis de lo que estoy hablando.
Porque como mujer todo tiene más color, el vino sabe mejor, tengo más libertad, siento más de lo que he sentido jamás, y sobre todo me siento mucho más fuerte de lo que me he sentido nunca como hombre. Tomar un café en una terraza y sentirlo de una manera diferente, porque simplemente está bien.
Estoy en este proceso, apenas he comenzado, y no sé dónde me llevará, mi cabeza es un lío. En cualquier caso, espero poder ir compartiendo parte de este.
Gracias por acompañarme.