Fotógrafxs por el mundo: Fernando Martín, de Kitoli/Shooters Film Lab, Barcelona

Kitoli/Shooters Film Lab,Barcelona

Debido a la necesidad de conocer la situación de la fotografía analógica en países hispanohablantes aparecen estas entrevistas a fotógrafxs, docentes, laboratoristas y en definitiva, gente que está íntimamente ligada a la fotografía analógica para conocer de primera mano su experiencia, costumbres, miedos y pronósticos sobre este mundillo que nos apasiona y forma parte de nuestra vida.

Para entender cómo está la situación en el continente americano hispanohablante me ha parecido fundamental conocer también cómo está en España para así poder comparar y conocer diferentes versiones.

Fernando Martín

Fernando estudió imagen y sonido y se especializó en fotografía cuando ni siquiera había surgido la fotografía digital. De ahí pasó a trabajar en prensa cubriendo, entre otras cosas, las olimpiadas de Barcelona del 92’ (fotografió entre analógico y digital, con una kodak D5 que iba con un CD) y poco después empezó a trabajar a tiempo parcial en un pequeño laboratorio hasta la actualidad, donde es el responsable de Kitoli/Shooters Film Lab.

Nos explica que la gestión de pedidos en un laboratorio profesional funciona a través de suministradoras y proveedores. Las grandes empresas como Kodak y Fuji, por ejemplo, venden sus carretes a las suministradoras y éstas, a los proveedores oficiales que serán los que sirvan a las tiendas y laboratorios directamente. Cada proveedor suministra los productos de una marca concreta y los ofrecen a través de catálogos; confía en que sirven las comandas según el orden de pedido y a nivel proporcional, pero confiesa que algunos laboratorios grandes y con recorrido disfrutan de ventajas que los pequeños no tienen. En cuanto a los proveedores, le consta que hay un mercado extraoficial con película que llega de Japón, América…

 Hasta hace poco se pedía según la necesidad del negocio, ahora sin embargo se pide según lo que haya disponible.

Fernando cree que los carretes son un producto residual que a la industria no le interesa porque el coste de producción es muy elevado para lo “poco” que venden. Hace 20 años él regalaba un carrete por cada revelado que hacía, hace 9 años un Fuji C200 costaba 2 euros y ahora ya está en 12. Venderá menos y revelará menos, pero no cree que la gente deje de comprar. En general no teme que se acaben los productos, de hecho dice que si se mantienen (o aumentan) estos precios, se llegará a un equilibrio porque la gente no comprará tanto y entonces habrá stock.

Nos cuenta que hay fotógrafos profesionales que están dejando el analógico porque les resulta inviable económicamente mientras que por otro lado, cuando hablamos del auge de la fotografía analógica nos explica que desde hace 6-8 años ha surgido una nueva tandada de fotógrafxs que habiendo estudiado en digital, han recuperado el analógico y lo están explotando como servicio con una nueva estética. Es a partir de ahí que se empieza a fotografiar a famosxs como Rosalía, Morat… y es por ejemplo Inditex quien reclama estos servicios para sus catálogos. Así es como empieza la moda de fotografiar en analógico entre lxs fotógrafxs de a pie.

A partir de ahí, el aumento del consumo de fotografía analógica se da sobretodo en gente joven con inquietudes de aprender y no sólo como un pasatiempo, que lo atribuye a un porcentaje pequeño de población. Aún así reconoce que es un público al que le gusta la filosofía de Lomography: “cosas raras”, pelos y polvo en los negativos…

La calidad en analógico muy poca gente la busca, porque además hay que trabajarla mucho y muy bien.

Cuando trabajas escaneando te das cuenta de quien dispara bien porque no hace falta retocar… en ese sentido, nos cuenta que se han tenido que reinventar porque “para que la foto sea perfecta, tienes que hacerla perfecta en el laboratorio”, siendo el encargado de solucionar las carencias del fotógrafx. En analógico, dice él, la gracia es que si disparas la foto perfecta, tendrás la foto perfecta. Su jefe, un señor de más de 70 años, le decía: ¿qué sentido tiene disparar en analógico para luego retocarlo por Lightroom? Que haga la foto bien desde el principio!.

Al final el mercado es el que te obliga a adaptarte, pero es algo extraño”, dice. Además, trabajando de esta manera llegamos a la conclusión de que la gente no llega a aprender porque el cliente recibe la foto correctamente sin saber cómo la ha disparado ni por tanto, cómo mejorar.

Años atrás, cuando les llegaba un carrete, lo revelaban y escaneaban respetando al 100% lo que había hecho el fotógrafo sin pensar en cómo lo querrá o en qué está de moda. A nivel aficionado lo usual era pedir revelado y copias y en el ámbito profesional, se les daba las hojas o tiras de contacto y a parte, copias o ampliaciones.

El fotógrafo analógico de ahora dispara sin mucho conocimiento de la técnica y espera un resultado de digital, dice generalizando. Muchos laboratorios ahora trabajan así: revelan el carrete, lo pasan por Lightroom y listo.

Sobre la subida de precios nos confirma que la química y el papel también está subiendo, aproximadamente un 15% cada trimestre. A pesar de eso se trabaja mucho con impresiones analógicas y digitales y son productos que aún tienen mucha salida. Antiguamente, empresas como por ejemplo Fuji proponían emulsiones nuevas, tanto de papel como de película, cambiaban fórmulas, … ahora a duras penas se llega a los mínimos demandados. El mayor problema se encuentra en película a color y no tanto en blanco y negro, que se ha mantenido en una producción más lineal y además es más barata y fácil de producir. De hecho, Ilford le ha asegurado que no habrá falta de producción de sus películas. La crisis de materiales también está propiciada por el Covid y la guerra de Ucrania, generando una escasez considerable de recursos y materiales como el plástico, aluminio, plata y cartón.

Algo bueno de este mundo tan desleal como es la fotografía analógica es que si uno no tiene, no tiene nadie.

En fotografía de bodas, laboratorios industriales etc no nota tanta deslealtad.

Por parte de la clientela,si algo le llama la atención es la preocupación de la gente por la gestión de los residuos. Las empresas pagan a una gestora para que se lleve los químicos y estos se reciclan: por un lado se extrae el agua, que se vuelve a utilizar, por otro se recupera la plata (altamente cotizada) y como residuo final queda un 10% aproximadamente.

En Kitoli/ShootersFIlmLab podemos encontrar una gran cantidad de servicios como revelado analógico (c41/b&n/e6), venta de película fotográfica, impresión fotográfica de múltiples tamaños, impresión fine art, encuadernación fotográfica y offset, foto acabado y decoración (foam, canvas, lonas, etc...), producción de exposiciones, impresión de cartelería para eventos y comerciales, etc. Además, hacen talleres y difunden fotografía de calidad en sus redes.

Para cualquier duda no dudéis en visitarles y como siempre, estáis más que invitades a opinar y sugerir en los comentarios del post.

¿Qué os ha parecido? ¿Cuál es vuestro laboratorio de confianza?

*Todas las fotografías de este post están realizadas por Anna Roca.

Gloria Planells

Una aficionada curiosa que sabe poco de muchas cosas.

Gestionando la producción de Disparafilm.

https://www.instagram.com/glowing.art/
Anterior
Anterior

Disparando joyas en analógico

Siguiente
Siguiente

Lomography rediseña sus cámaras instantáneas: Así son la Lomo’Instant Automat Glass Serengeti y la Lomo’Instant Wide Monte Carlo