‘Carrete de 36’, un libro homenaje a la fotografía analógica y a la modernidad 

La fotografía tiene la virtud de representar en términos visuales, experiencias y sentimientos, que una vez fueron presente, y que una vez fotografiados, se convierten en parte del pasado.

‘Carrete de 36’ es una sugerente colección de treinta y seis instantáneas que nos conectan precisamente con ese pasado, el de la primera mitad del siglo XX, en el que la ciudad emergió como uno de los símbolos centrales de la modernidad. Una era de industrialización, desarrollo capitalista, avances tecnológicos y grandes transformaciones sociales, en la que la fotografía, desempeñó un papel crucial en la creación de una nueva cultura llamada a caracterizar la era de las masas.

Quién es el autor

El libro está escrito por el ensayista Fernando Castillo (Madrid, 1953), reconocido historiador a la vez que fotógrafo y comisario de exposiciones de arte, es además habitual conferenciante sobre temas históricos y literarios.

Portada, tamaño y formato

Para ser sinceros, la portada no resulta demasiado atractiva. En este caso amigos, no esperéis una portada de colores llamativos y diseño moderno y minimalista con las que nos suelen enamorar los editores de libros de fotografía. Nos encontramos ante una portada clásica, que bien podría pertenecer a un libro de la sección ‘narrativa’ de cualquier tienda de libros.

Que la portada se parezca más a una novela de espías que a un libro sobre fotografía se debe, en parte, a que es libro publicado por la editorial Renacimiento. Renacimiento es una pequeña y prestigiosa editorial sevillana conocida sobre todo por haber rescatado del olvido la obra del periodista Manuel Chaves Nogales, y más recientemente el afamado ‘A las Mujeres de España’ de María Lizárraga (2022). Es una editorial principalmente dedicada al ensayo y la poesía, por lo que no está especializada en fotografía, y eso se nota en el diseño de esta publicación.

Con respecto al tamaño, no es pequeño, pero es manejable y de tapa blanda, como cualquier novela de bolsillo (328 páginas, 21 x 15 centímetros), te puedes llevar en la mochila junto a tu cámara analógica a cualquier viaje o metido en tu bolsa de playa para leer este verano. Eso sí, te sugiero que en su lectura cojas papel y boli para anotar la gran cantidad de las referencias culturales y literarias que contiene.

Una mala noticia para los lectores más exquisitos, es que la calidad de impresión es aceptable, pero que quede claro que no es un fotolibro, así que no esperéis el gramaje o la calidad de impresión propia de este tipo de publicaciones más especializadas.

Estructura

Tras la introducción, en la que se presenta la obra y al autor, se suceden los ensayos. Cada uno comienza con una página a la izquierda que contiene el título de la imagen, el lugar, el año y fotógrafo que la tomó y por detrás está la imagen en blanco y negro a sangre.

Una de las cosas que más me han gustado del libro es que los textos son ensayos breves, que no resultan excesivamente largos (unas cinco páginas aproximadamente). También el hecho de que la obra se componga de 36 textos autónomos, sin responder a un orden cronológico, ni género, facilita que, como si estuviéramos en el Ministerio del Tiempo, podamos ir abriendo una puerta tras otra, e ir saltando de época en época, de fotógrafo en fotógrafo, y de ciudad en ciudad. A partir de ahí, no hay más hilo conductor que la propia fotografía, y depende de nosotros escoger el camino, de respetar o no el orden que el autor nos propone.

La selección de las 36 fotografías

La selección de imágenes elegidas responde a la sensibilidad personal del autor. Con este punto de partida, sencillo y subjetivo, nos encontramos un ramillete de grandes maestros de diversos géneros como Rodchenko, Sudek, Tina Modotti, Dorothea Lange, Ilse Bing, Manuel Álvarez Bravo, Otto Steinert, Ernst Haas, Winogrand o Cartier-Bresson, entre otros. También hay fotógrafos menos conocidos, al menos para mí, como Horácio Novais, Luc Dietrich, Giuseppe Cavalli, Bartolomé Ros o Félix Candel. Además, hay cuatro fotografías que son de autores anónimos, pero que no por ello pierden valor como documentos de un tiempo vivido.

Un acierto en mi opinión, es que, de los grandes maestros, evita recurrir a aquellas imágenes más conocidas, esto hace que, aunque conozcamos sobradamente la obra de dichos fotógrafos, con este libro redescubramos su trayectoria y sobre todo, la época que les tocó vivir. También, es de agradecer que todas las fotografías seleccionadas sean en blanco y negro, evitando recurrir a obras maestras, en color, para mí es el otro gran acierto del libro, ya que unifica la secuencia de imágenes y aporta una pátina de nostalgia, situándonos en un pasado más puro, cuando la toma de imágenes eran algo manual y la copia un proceso artesanal.

Contenido y temas tradados en las fotografías

Con respecto al contenido durante el libro, podemos ver la eterna pugna entre dos imperativos: documento y arte, compromiso social y estética. Encontramos fotografías documentales de carácter comprometido como la fotografía 15 ’Trabajadores’, que retrata la dura vida de los obreros de una fábrica en 1920, y en la fotografía 19 ‘Brasserie Lipp’, tomada en 1969, por Cartier Bresson, en la que en primer plano, vemos a una joven ‘liberada’, vistiendo una atrevida minifalda y leyendo el diario Le Monde (de tendencia centro-izquierdista), que es duramente observada por una señora mayor que sostiene entre sus manos un ejemplar de Le Figaro, diario francés de derechas. La división intergeneracional de la sociedad francesa de aquella época casi se puede palpar con los dedos en esta fotografía.

En contraposición, encontramos imágenes propias de tendencias fotográficas que se alejaron del documentalismo, y se revolvieron contra las normas estéticas tradicionales, en favor de un lenguaje menos habitual y más lírico, como puede ser la fotografía 1 ‘Monumento cubierto’ de Herbest List, que nos traslada a la fotografía metafísica inspirada en Chirico, la fotografía 33 ‘Qué pequeño es el mundo’ de Manuel Álvarez Bravo de atmósfera surrealista y metafísica o la fotografía 28 ‘Escena de Calle’, una fotografía con un encuadre contrapicado propio de Nueva Visión de los años 20 y 30.

Otra línea argumental interesante es cómo el lenguaje universal de la fotografía la convirtió no solo en medio ideal para representar la noción de modernidad, sino que a su vez la cámara en sí misma, y ser fotógrafo representaba el máximo exponente de la modernidad. Como dijo Berenice Abbot, ‘el fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia, a través de su mirada, el ahora se vuelve pasado’. Una imagen que ilustra perfectamente esta idea es la fotografía 2 ‘Autoretrato con espejos’, en el que la fotógrafa y poetisa alemana Ilse Bing, conocida por sus coetáneos como la reina de la Leica, posa en un juego de espejos junto con su Leica. La cámara se converte aquí en una herramienta esencial de autodeterminación y en un modo de confirmar su propia identidad como mujer moderna. Esta foto de Ilse Bing, también conecta con otro tema del que habla el libro, el de la representación de la mujer moderna, y la ruptura con la Alemania tradicional, que podemos ver a través de la fotografía 6 ‘Actrices’ de Gertrude Fehr o la fotografía 25 ‘Retrato de una locutora’ de August Sander.

Hay también espacio para fotografías que podrían ser la cara B o el precio a pagar de la modernidad: recesión económica, consumismo y guerra. Ejemplos de ello son la sobrecogedora fotografía 5 ‘Después de un bombardeo’, tomada por Wolf Strage en 1943, o ‘Retorno al Hogar’ de Ernst Haas, una fotografía que refleja el sufrimiento de todo un continente, que como un milagro fue capaz de recuperarse de dos guerras mundiales, o la conocida ‘Ruta 66’, de Dorotea Lange, tomada durante la Gran Depresión en la que vemos la carretera que los campesinos del medio oeste americano tomaban hacia el oeste para huir de la pobreza.

Por último, hay algunas fotografías nocturnas que nos trasladan al clima de una película de ‘de espías’ en la Segunda Guerra Mundial como la fotografía 13 ‘Lisboa nocturna,’ de Horacio Novais, o la fotografía 11 ‘Vista del lower manhatan desde el U-123’ que nos muestra el perfil neblinoso del skyline neoyorquino desde un submarino alemán que fue tomada en plena guerra.

En definitiva

El libro me atrapó desde la primera página, no se trata tanto de leer y analizar la propia imagen sino comprender hasta qué punto la fotografía es capaz de congelar fragmentos, y llevarnos a lugares y tiempos aparentemente lejanos entre sí. Ya lo dijo Susan Sontag en ‘Sobre la Fotografía’: ‘Precisamente porque la fotografía secciona un momento y lo congela, todas las fotografías, atestiguan la despiadada disolución del tiempo’.

Es cierto, que, en ocasiones, se me hizo un poco denso y algunos temas repetitivos, quizá porque me lo quise leer rápido, pero creo que si le dais una pausa entre ensayo y ensayo, y lo leéis en pequeños sorbos, como un vino, lo vais a disfrutar mucho.

Así que, mi consejo: búscate un lugar tranquilo, coge papel y boli, para apuntar todos los nombres y referencias del libro y disfruta de este verdadero homenaje a la fotografía analógica.

Datos del libro

  • Título: Carrete de 36

  • Autor: Fernando Castillo

  • Editorial: Editorial Renacimiento

  • Colección: Los Cuatro Vientos

  • Nº de la colección: 190

  • Año de publicación: 2021

  • Páginas: 321 páginas

Dónde conseguirlo: Puedes adquirirlo por poco menos de 30€ en librerías.

La Fotocultureta

Soy Cristina y la fotografía siempre ha estado presente en mi vida, con ella he aprendido a mirar el mundo de otra forma. Dedico mucho tiempo a fotografiar, pero mucho más tiempo a leer sobre fotografía. En el blog La Fotocultureta comparto todo lo que aprendo, sobre autores y autoras que me interesan y hago reseñas y recomendaciones de los fotolibros que voy comprando.

 

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