Ciudad: Barcelona
Provincia: Barcelona
Horario: Lun. – Vier. 10.00 – 14.00 / 16.30 – 20.00
Lugar: Artur Ramon Art ( C/Bailen, 19 , 08010 Barcelona)
Web: Artur Ramon Art
Instagram: @arturamonart
Tlf: 93 302 59 70
email: art@arturamon.com
El fotógrafo Jordi Baron, a través de la profesión familiar de anticuario, tiene acceso único y privilegiado a todo un mundo muy privado: poder acceder al interior de muchas viviendas de Barcelona.
Cuando el autor llega a estos pisos, sus habitantes han muerto recientemente, los familiares se han repartido parte de la herencia, y es entonces cuando quieren vender todo lo que queda en la casa. Otras veces, si hay desacuerdos familiares o se trata de familias acomodadas, los pisos pueden permanecer cerrados mucho tiempo, a veces años, atesorando toda la memoria dentro, pero no por eso están abandonados, sino cerrados, latentes, hasta que llega el día en que sus propietarios deciden venderlo todo.
Las fotografías aquí mostradas tratan de todo el proceso de vaciado de pisos y casas, principalmente situadas en el Eixample y el casco antiguo de Barcelona, donde sus herederos lo han ido vendiendo todo: primero el contenido y después el continente.
Cada uno de estos pisos, muchos de ellos inmensos, se han dividido más tarde en tres o cuatro viviendas con el objetivo de destinarlas, en la mayoría de los casos, al alquiler turístico. Es la foto-finish de una memoria burguesa que ha durado unos ciento veinte años, y el nacimiento de un nuevo fenómeno que sufren muchas ciudades: la gentrificación. Un drama imparable que expulsa a los vecinos por el aumento del precio de la vivienda.
El autor, ejerciendo como un arqueólogo de interiores, lleva unos veinte años documentando fotográficamente todos estos pisos de la ciudad de Barcelona con el propósito de rescatarlos instantes antes de su desaparición. Paisajes efímeros y muchas veces desoladores, recuerdos personales por el suelo, ropa, libros, documentos… y en estos instantes de cambio, de movimiento, es cuando se hacen estas fotografías. Sin mucho tiempo, mientras los operarios y transportistas se dedican a desmontar camas, luces, arrastrar y empaquetar muebles que seguramente hacía más de ochenta años que nadie movía de su sitio.