Ciudad: Donostia / San Sebastian
Provincia: Guipuzkoa
Horario: De martes a domingo: 12:00 - 14:00 / 16:00 - 20:00
Lugar: Kutxa Kultur Artegunea. Tabakalera (Plaza de las Cigarreras, 1-20012 Donostia)
Web: Kutxa Kultur Artegunea Tabakalera
Instagram: @arteguneakutxa
Email: hezkuntza_artegunea@kutxakulturartegunea.eus
El comisario Alejandro Castellote ha construido su discurso expositivo apoyándose en la obra de 8 artistas procedentes de distintos lugares de Asia, y con obras muy dispares en fondo y forma, pero que permiten abordar una tesis de partida realmente interesante. Y es que, tal y como se señala en el título de la exposición, las fotografías nos hacen «promesas», pero debemos indagar y bucear en las obras para desentrañar su verdadero significado. La fácil identificación de lo que está representado en ellas, su veracidad y su fidelidad con la realidad deben ser puestas en cuestión. Por norma, cuando vemos una fotografía confiamos en la transparencia de su significado, creemos que su elocuencia puede superar al lenguaje verbal y esperamos que todo ello esté a nuestra disposición en la primera capa visible de la fotografía, en su «textura» visual.
Una buena parte de su éxito como herramienta de comunicación se basa en las propiedades que exhibió en el pasado: la fotografía vino a ofrecer una visión sólida de la realidad. La transcripción del mundo en imágenes dejaba de depender exclusivamente de la memoria en sus diferentes relatos —verbales y escritos— y de las representaciones científicas y artísticas, con todas las eventuales subjetividades e inexactitudes que tales documentos podían contener.
Cuando el primer estrato visible de una fotografía presenta un escaso espesor narrativo, precisa de una clave de acceso, un texto que acompañe a la obra y actúe a modo de contraseña. Los textos de introducción de una serie, las cartelas o los pies de foto sirven a menudo para ese fin. Esa información no visual nos abre las puertas a la comprensión de las fotografías. Es una manera de reducir la polisemia de las imágenes, los múltiples significados que se pueden extraer de ellas.
Si reconocemos lo que representa una fotografía, pero desconocemos la intención del autor, entonces se activa nuestra imaginación, especulamos sobre lo que puede significar y lo hacemos sirviéndonos de nuestras propias experiencias, de las emociones que nos suscita esa primera percepción. Sin embargo, ese proceso se complica cuando los signos que contienen las fotografías no tienen contigüidad cultural. Es el caso de los signos y los modelos tradicionales de representación que se utilizan en algunos países de Asia. Los referentes culturales son fundamentales para comprender una imagen. Saber desde dónde se fotografía y desde dónde miramos lo fotografiado.
Esta exposición reúne a grandes nombres de la fotografía en Asia con jóvenes artistas. Provienen de China, Japón, Singapur, India y Corea del Sur. Todos ellos exhiben modos diferentes de representar la realidad, a menudo erosionando voluntariamente la legibilidad de sus obras. Lo hacen mediante vagas referencias a la pintura tradicional de su país, reivindicando en voz baja el origen secular de sus prácticas artísticas; cuestionando los estereotipos orientalistas que proyectamos desde Occidente; prescindiendo de los parámetros de la representación renacentista —la perspectiva, la narratividad o el hiperrealismo—; proponiendo lecturas complejas de lo representado, que animen al espectador a buscar algo más en los estratos interiores de la imagen, los menos explícitos, o reflexionando críticamente sobre nuestra relación con la naturaleza. Se sirven de metáforas visuales para visibilizar el carácter profundamente subjetivo de nuestra percepción y la inestabilidad de la memoria y el relato histórico. Transportan los significados de sus imágenes a territorios que multiplican las posibles interpretaciones. En definitiva, promueven la ambigüedad para activar nuestra imaginación.
ARTISTAS Y OBRAS EN EXPOSICIÓN:
Gao Bo (China, 1964)
Tibet 1985 -1995. Offrandes [Ofrendas], 2009
Toda la obra fotográfica de Gao Bo es un viaje circular, genera imágenes y regresa a ellas para reprocesarlas, modificarlas o destruirlas. Viajó al Tíbet por primera vez en 1985. Diez años después, tras muchas visitas al país, se enfrentó todas las fotografías que había realizado y se dio cuenta de que no reflejaban la intensa influencia que el Tíbet había ejercido sobre él. En 2009 las rescató de su archivo para intentar inscribir sobre ellas la profundidad de esa experiencia. Lo hizo en forma de «ofrenda»: utilizó su propia sangre para trazar en el papel una caligrafía ilegible que él denomina «el lenguaje del alma».
Takahiro Mizushima (Japón, 1988)
Long Hug Town [La ciudad del largo abrazo], 2014 - 2019
Hablar de Japón desde el ámbito de la cultura occidental, nos lleva inmediatamente a los estereotipos orientalistas. Pero nada de ese estereotipo estético aparece en esta serie en la que Mizushima ha querido recoger la energía que se desprende de las personas que habitan el barrio Ohta-Ku de Tokio, especialmente de aquellas que viven en la calle, y a las que se acerca desde su memoria, desde las experiencias vividas en ese mismo lugar durante la adolescencia. La empatía que emana de esos retratos contrasta con las miles de fotografías que tomó en Taipéi, cuando se trasladó a vivir allí años después, en las que flota un claro sentimiento de extranjería y anonimato, reflejo de la ausencia de vínculos personales con una cultura distinta a la suya.
Sukanya Ghosh (India, 1973)
Isosceles Forest, 2018 (Fotografías de archivo, técnica mixta y animación, 3 min. De la serie Isometries) y Time travel, 2016. Collages
El título del vídeo hace alusión al problema enunciado por Richard Bellman en I955: «¿Cuál es el mejor camino a seguir para escapar de un bosque de dimensiones conocidas?». Sukanya Ghosh aborda la reescritura de la memoria mediante fotografías antiguas; se sirve de la racionalidad de las matemáticas, y del grado de incertidumbre que a veces aparece en algunas ecuaciones, para intentar construir un andamiaje estable que permita comprender el pasado desde el presente. Su investigación de nuevas formas de representación de lo intangible también se manifiesta en sus collages fotográficos. Al eliminar los detalles de tiempo, lugar y acontecimiento, los retratos se vacían de los contornos de lo reconocible y renuncian a identificar el significado de lo que muestran.
Weixin Chong (Singapur, 1988)
Suiseki Softfalls [Cataratas Suiseki], 2015
Suiseki es una palabra japonesa que designa la contemplación de piedras cuya forma y textura sugiere la de un paisaje. Procede de la tradición china llamada «las rocas de los eruditos» que consideraba esta contemplación como un modo de potenciar la imaginación para acceder al potencial estético y filosófico de la naturaleza.
Estas suaves cataratas de mármol, son una transmutación fluida de este fascinante material que invierte el carácter simbólico de permanencia que ha tenido a lo largo de la historia. Weixin Chong imprime las superficies del mármol sobre telas de seda, haciendo que la solidez de la piedra se perciba como una textura de sorprendente fragilidad.
JI Zhou (China, 1970)
Greenhouse #3 [invernadero #3], 2017. De la serie Real Illusion [Ilusión real]
La obra de JI Zhou es de naturaleza contemplativa. Considera que nos relacionamos con la realidad en términos de fragmentación, y nuestra mente debe hacer un trabajo adicional para encajar las piezas de una manera racional y comprensible. Para crear esta obra JI Zhou tomó decenas de fotografías en un invernadero con un teleobjetivo. Ninguna de ellas está registrada en el mismo momento del día, lo que provoca que el tiempo sea diferente entre cada una de las imágenes. JI Zhou combina de nuevo esos fragmentos fotográficos y los vuelve a presentar: los re-presenta, adoptando la forma de un palimpsesto, que contiene ecos formales del cubismo y huellas de la pintura tradicional china, donde abundan las superposiciones de diferentes escalas y dimensiones sobre el lienzo.
Wang Juyan (China, 1993)
Xian Guan IV, 2016
El cuarto capítulo de su serie Xian Guan (2013-2019) se construye a partir de un paisaje en silencio y se basa en las incertidumbres visuales. Las fotografías reflejan, no sólo los recuerdos personales, sino también la re-observación y re-comprensión de las historias. No siguen una narrativa lineal. Su hilo conductor lo marcan la yuxtaposición de las amplias visiones de una escena y los descubrimientos, visibles desde la distancia, que se desvanecen en las cercanías de nuestra mirada. Aspira a ofrecer una experiencia visual donde el tiempo parece desplazarse y fluctuar y la oscuridad, las superficies empañadas y los detalles naturales entran y salen de foco.
Woong Soak Teng (Singapur, 1994)
Ways to Tie Trees [Maneras de atar árboles], 2015 - 2018
Woong Soak Teng realizó este proyecto en una zona de Singapur donde se aborda la creación artificial de espacios verdes. Es un registro fotográfico del modo en que se ha atado a las plantas para enderezarlas. El desapego emocional y la frialdad de estas fotografías es metáfora del desinterés que esta metodología suscita en los ciudadanos. Como señala la artista, «el atado de árboles, al igual que nuestro innato instinto humano de control, es omnipresente pero pasa desapercibido». Posteriormente, Woong Soak Teng descubrió que su atención a esos enderezamientos de las plantas estaba inconscientemente relacionada con la escoliosis que ella misma padece, y sobre la que ha trabajado en sus proyectos posteriores.
Bohnchang Koo (Corea del Sur, 1953)
Vessels [Vasijas], 2004-
En palabras del autor: «El blanco es el color que se puede obtener al contener el deseo. Durante 500 años, en la Dinastía Joseon (1392-1910), los nobles, (…) renunciaron al placer de ver diferentes colores en sus vajillas y cerámicas y optaron por el ascetismo del blanco. La primera vez que vi una de estas vasijas, su volumen y sus formas sencillas me conmovieron. Pero fue su presencia desnuda, exponiendo sus cicatrices desgastadas por el tiempo y sus delicadas asimetrías, lo que me causó una impresión indeleble. Por desgracia, durante la ocupación japonesa (1910-1945) el patrimonio cultural de Corea se dispersó por museos y colecciones privadas de todo el mundo. Desde 2004 he fotografiado estas vasijas en 16 importantes museos de dentro y fuera de Corea. Siempre me he acercado a cada una de ellas con mucho cuidado, como si estuviera desvelando en mis retratos el alma y la belleza de un modelo humilde y recatado.»