Ciudad: Barcelona
Provincia: Barcelona
País: España
Horario: De lunes a sábado, de 9 a 20 h. Domingos y festivos, de 9 a 14.30 h.
Lugar: Palau Robert (Passeig de Gràcia, 107)
Web: Palau Robert
Instagram: Palau Robert
Teléfono: 93 292 12 60 - 93 238 80 91 / 92 / 93
Esta exposición nos presenta una muestra de la obra fotográfica de Rossend Torras i Mir (Barcelona, 1907-1996), un comerciante de artículos de óptica y fotografía que fue un fotógrafo aficionado con alma de fotorreportero. Con una mirada muy personal documentó la realidad social, política y cultural de su tiempo. Sus fotografías nos muestran las imágenes de un periodo comprendido entre las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco, pasando por los años de la II República y la Guerra Civil españolas.
Torras fue socio del Club Excursionista de Gràcia, de la Agrupación Fotográfica de Cataluña y del Centro Excursionista de Cataluña. Era un hombre aficionado al excursionismo, al automovilismo y al teatro, y siempre iba cargado con la cámara. Es por este motivo que su archivo fotográfico está lleno de imágenes de excursiones de toda Cataluña, de carreras automovilísticas y de retratos familiares, de amigos y de personajes del mundo del espectáculo.
Dominaba los procedimientos fotográficos, en especial la estereoscopia y la autocromía, técnicas con las que ganó premios en varios concursos. Como reportero fotográfico nos ha dejado fotografías magníficas de Piscines i Esports, de la fiesta de Sant Medir, de mercados y ferias, del Carnaval, y de acontecimientos como la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, la proclamación de la II República española, la quema de iglesias y la retaguardia de la Guerra Civil en la ciudad y el desfile de la Victoria del ejército franquista, y muchas otras fotografías de la Barcelona de la posguerra.
El archivo fotográfico de Rossend Torras contiene unas 25.000 fotografías y 110 películas de cine de aficionado, que fechan entre los años veinte y los cincuenta del siglo pasado, documentación gráfica que guarda y gestiona su familia. Se trata de un fondo formado por placas de vidrio estereoscópicas, autocromos y negativos de vidrio y de plástico en blanco y negro de diferentes medidas.
En definitiva, esta exposición nos permite valorar la figura de un fotógrafo poco conocido y recuperar su legado, que es de un gran interés fotográfico y documental.
La biografía
Rossend Torras i Mir (Barcelona, 1907-1996) fue el pequeño de tres hermanos y un fotógrafo aficionado con un gran dominio de la técnica fotográfica.
En 1925 Joan Torras, el padre de Rossend, abrió una tienda en el número 83 de la calle Salmerón (actual Gran de Gràcia), traspasada por Miquel Huertas, comerciante de productos fotográficos. La Casa Torras estaba dedicada a la venta de artículos de óptica y fotografía y de laboratorio fotográfico, timbres sonoros y aparatos electromecánicos, comercializados con la marca Tomir (de Torras y Mir). El año 1931 la familia abrió un segundo establecimiento en el número 14 de la calle Jaume I de Barcelona. El joven Rossend pronto cogió el timón del negocio familiar, hasta que cerró en 1981.
Rossend Torras y Antònia Rabassa contrajeron matrimonio civil en Barcelona el 11 de noviembre de 1936 y, posteriormente, celebraron una boda religiosa en Santes Creus el 7 de mayo de 1939. De esta unión nacieron tres hijos, Albert, Rosa e Isabel. Desgraciadamente, la esposa murió en 1955 y Torras, ya viudo, se volvió a casar, con Carmen Arnal, con quien tuvo a Carles, su cuarto hijo.
Torras fue socio del Club Excursionista de Gràcia, de la Agrupación Fotográfica de Cataluña y del Centro Excursionista de Cataluña. Era un hombre con alma de fotorreportero, aficionado al excursionismo, al automovilismo y al teatro, y siempre iba cargado con la cámara y los objetivos. Es por este motivo que nos ha dejado un legado lleno de imágenes de retratos, de excursiones y de actos políticos, sociales y culturales de su tiempo.
La historia
Rossend Torras vivió su juventud en unos tiempos muy convulsos, entre las dictaduras de Primo de Rivera y los primeros años del franquismo, los más terribles. En medio de una república ilusionante y una guerra fratricida que duró casi tres años.
El primer gran acontecimiento que captó su cámara fue la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. Todavía hoy nos sorprenden sus fotografías del gran espectáculo nocturno de luces, de agua y de fuegos artificiales. Dos años más tarde, unas elecciones municipales hacían caer la dictadura, o lo que quedaba, y se proclamaba la Segunda República española. Casi todo el mundo salió a la calle para celebrarla. El joven fotógrafo retrató esta multitud de gente con banderas catalanas y republicanas con la ocupación festiva de las calles y plazas de la ciudad de Barcelona.
El fracaso del golpe de estado de julio de 1936 en Barcelona, y por extensión en toda Cataluña, provocó, entre otros, un fenómeno no nuevo en la historia de la ciudad: la persecución religiosa. Eso se tradujo en el asesinato de representantes de la Iglesia, la exposición de momias, la iconoclastia, y el saqueo, el incendio y la destrucción de numerosos conventos, iglesias y colegios religiosos. Torras documentó profusamente esta destrucción de patrimonio a través de un gran número de fotografías.
Durante la Guerra Civil española formó parte del cuerpo de tren (transportes). Se conservan imágenes del cuartel, que estaba situado en el desaparecido convento de Loreto del barrio de Les Corts, así como del cuartel de los Docks, renombrado como Espartaco, donde destacó la figura del capitán Jesús San Emeterio, mutilado de guerra, que acabó sus días en el campo de exterminación nazi de Gusen.
La “liberación” de Barcelona significó el final avanzado de la guerra. Sea por un apoyo real o interesado al bando vencedor o por el cansancio de la población hacia el conflicto bélico, un buen número de personas dieron la bienvenida a las tropas franquistas. Rossend Torras nos dejó un testimonio fotográfico del desfile de la Victoria en Barcelona y documentó con la cámara la posterior celebración de los diversos actos militares y religiosos, donde se reunían miles de barceloneses.
El territorio
Rossend Torras nació, trabajó y vivió en Gràcia. Como buen graciense, captó instantáneas de las fiestas tradicionales de su barrio: Sant Isidre, Sant Medir y, sobre todo, la Fiesta Mayor.
El resto de la ciudad de Barcelona también fue uno de los escenarios principales de las fotografías. Desde el puerto hasta el Tibidabo, el fotógrafo ha retenido en el tiempo unos lugares y espacios hoy día desaparecidos, como las tiendecitas del interior del Fossar de les Moreres, el puente de la Sección Marítima de la Exposición Universal de Barcelona de 1888 o el barrio marginal de Pequín.
Torras viajó con su cámara por buena parte de la Cataluña interior y de la costera; en parte, gracias a las excursiones que organizaban el Club Excursionista de Gràcia, la Agrupación Fotográfica de Cataluña y el Centro Excursionista de Cataluña, entidades de las que era socio. Casi de manera etnográfica, documentó el mundo perdido del trabajo manual en el campo antes de la mecanización: con sus fotografías, nos muestra trabajos durísimos en los que participaban hombres, mujeres, niños y animales.
La sociedad
El peso de la religión católica en el seno de la sociedad de los dos primeros tercios del siglo xx, todavía omnipresente, se manifestaba desde el nacimiento hasta la muerte a través de actos públicos y sociales. Los acontecimientos religiosos como la procesión de Corpus o algunos entierros multitudinarios, como el de Ignasi Iglesias, se convertían en verdaderos espectáculos de masas. Las ferias, las de Navidad, de Pascua y otras, forman parte del calendario litúrgico, y también muchas fiestas populares, como la de Sant Jordi o la del Carnaval, tienen un origen religioso.
Al mismo tiempo que perduraban las tradiciones, la ciudad de Barcelona se encontraba en plena transformación hacia la modernidad. Rossend Torras, como hombre de su tiempo, era un entusiasta de los avances técnicos y de la velocidad. Entonces, no es de extrañar que en su legado se encuentren muchas fotografías de carreras automovilísticas, de los tranvías que pasaban por delante de su tienda de Gràcia y de los aviones en el aeropuerto del Prat de Llobregat.
Su vinculación con el Club Excursionista de Gràcia lo llevó a la práctica de deportes de invierno como el esquí y, cuando llegaba la temporada de verano, frecuentaba los baños y las playas. Es por este motivo que Torras nos ha dejado unas imágenes magníficas de la piscina de los baños de Sant Sebastià o de las diversas playas del litoral catalán, con un interés especial por el retrato y la figura femenina.
El retrato
La fotografía de Rossend Torras destaca por la presencia humana en la mayoría de sus instantáneas. Un hecho que lo caracteriza como fotógrafo es que siempre procura estar presente allí donde pasan cosas. En su obra fotográfica prácticamente no encontramos naturalezas muertas o paisajes sin personas o animales. En este sentido, el autor aprovecha cualquier situación o acontecimiento, sea en interiores o al aire libre, para hacer aquello que más le gusta y lo motiva, el retrato de personas.
El archivo fotográfico de Rossend Torras está lleno de retratos magníficos de familiares, de amigos y de diferentes personajes, en especial de mujeres.
La fotografía estereoscópica de Rossend Torras
La visión estereoscópica permite apreciar el volumen y la profundidad de los objetos y la distancia que mantienen entre sí. Es una propiedad producto de la visión binocular del ser humano.
La fotografía estereoscópica muestra las fotografías en tres dimensiones. Se toman dos imágenes separadas entre sí horizontalmente unos 60 mm, que es la distancia interpupilar aproximada del ser humano. Torras captaba estas dos imágenes con una cámara de dos objetivos y sobre una sola placa fotográfica; revelaba el negativo y lo pasaba a positivo, y, con la ayuda de un visor especial, el espectador podía ver la imagen en relieve.
La proyección de imágenes estereoscópicas parte de las fotografías sobre placa de vidrio del archivo fotográfico de Rossend Torras y para visionarlas se ha utilizado el sistema de anaglifo. Las imágenes se tratan digitalmente para ser observadas con unas gafas de colores, que nos permiten ver el efecto tridimensional.