Más allá del cliché de amor-odio hacia la cámara Holga

Pues así somos en Disparafilm. Ayer hablábamos de una cámara de 5.000 euros y hoy nos sacamos de la manga un post colaborativo sobre una cámara que debe tener un coste de fabricación de menos de 5 euros. ¿Qué te parece? Pim pam.

Todo empezó hace unas semanas. Entre el 1 y el 7 de octubre, se celebró la Holga Week, una iniciativa que pretende que saquemos de paseo nuestras cámaras Holga con el objetivo de hacer fotografías y participar en el concurso que año tras año se organiza. De hecho, si me estás leyendo e hiciste fotos esos días, hasta el 8 de noviembre puedes subir tus imágenes a la web de la Holga Week. ¡Te deseamos mucha suerte!

Aprovechando el evento, os preguntamos desde Disparafilm si soléis usar una cámara Holga en alguna de sus infinitas versiones, ¡y la respuesta fue que sí! Así que en esta entrada encontraréis las experiencias de la gente de la comunidad y algunas fotografías de muestra, para que podáis ver todas las posibilidades de las cámaras Holga. 

Un poco de historia 

Las primeras Holga se fabricaron y vendieron en China, allá por 1982. Fueron diseñadas en formato medio por Lee Ting-mo, quien tenía el objetivo de ofrecer una cámara de bajo coste, sencilla y accesible para la mayoría de la gente para que pudiera capturar escenas familiares, vacaciones… En un momento en el que la fotografía era un hobby nacional en China.

Con la popularización del formato de 35mm, las Holga desaparecieron del mercado chino y comenzaron a venderse internacionalmente. Ese movimiento empresarial consiguió su popularización. Sus características (construcción de plástico, falta de precisión, viñeteo, entradas de luz, exposiciones múltiples...) empezaron a ponerse en valor entre la comunidad fotográfica, que vio en esta cámara una herramienta para fomentar la creatividad, llegando a desbancar en ventas a la clásica Diana y a otras toy cameras. 

En 2015, se anunció la finalización de la fabricación de las Holga debido a la baja demanda... Pero en 2017 se decidió revertir esta situación, se recuperaron los moldes y se puso en marcha la producción de cámaras que actualmente vende Freestyle Photographic Supplies en los siguientes formatos: 120N (sin flash), 120GCFN (con flash), Holga 120 Pan Panoramic, Holga 120WPC Wide Angle Pinhole y la Holga 135BC en 35mm.

Por cierto, ¿sabíais que la cámara Holga inspiró la estética de los primeros filtros de Instagram? Ahora todo encaja, ¿eh?

Proyectos con Holga

Como me estoy enrollando demasiado, solo os menciono algunos fotógrafos y fotógrafas que usan cámaras Holga y que vale la pena tener en cuenta: 

Vivencias con una cámara Holga

Volviendo al espíritu del post, hay que decir que de las respuestas recibidas, hay mucho amor hacia las cámaras Holga. Personalmente, me animé a disparar un rollo con ella para esta entrada, pero no soy muy fan de esta cámara. Luego os lo cuento. ¡Llegó el Grinch!

Vamos a repasar alguna de vuestras opiniones.

Gaël: «Lo mejor de ella es su peso»

La ligereza de la Holga es la característica que nos subraya Gaël, que nos dice que su poco peso hace de ella la perfecta «compañera de senderismo», potenciando las composiciones y dejándonos llevar por el concepto japonés Wabi-Sabi (entender la imperfección como belleza).

Daniel: «Una pinhole a mejorar»

Por su parte, Daniel nos cuenta que tiene una Holga 120PC (Pinhole Camera) que ganó en un sorteo y que ha usado prácticamente con un solo carrete.

«Lo primero que se puede observar y que ya sabrá la mayoría de personas es que es una caja de plástico bastante endeble. Yo la utilicé tapando toda la parte trasera con cinta aislante para evitar filtraciones de luz y, por suerte, no tuve ninguna. Sobre su uso, he de decir que con la Pinhole Camera no estoy muy contento, puesto que, siendo una cámara donde tienes que hacer exposiciones lentas, no cuenta con una conexión para un disparador remoto y tienes que mantener el botón disparador del cuerpo de la cámara, lo que hace que las fotos salgan ligeramente trepidadas. Además, que dicho botón se halle en la parte delantera de la cámara tampoco ayuda. También he de decir que los cierres de la tapa trasera son muy poco fiables».

Triana: «La estética sucia de las imágenes las dota de poesía»

La experiencia de Triana es mucho más positiva. Es poseedora de una Holga gracias a los Reyes Magos, que le hicieron llegar una en pleno confinamiento COVID.

«De primeras me llamó mucho la atención que pareciese un juguete… Lo plasticosa y malilla que parecía a pesar de usar película de formato medio, pero fue eso justo lo que me conquistó, la poca precisión que ofrece, los desenfoques locos y las posibles distorsiones que suelen generarse aleatoriamente. Me gusta ponerle película Fomapan 400 y revelar y escanear el rollo en casa para aumentar todavía más los posibles accidentes. Me encanta la estética sucia que ofrece a las imágenes, las dota de una poesía muy suya».

José Manuel: «La perfección de la imperfección»

En el caso de José Manuel, también hablamos de una buena experiencia, incluso como herramienta para sobrellevar un bloqueo fotográfico, aunque sin perder de vista algo que siempre llevamos en el bolsillo quienes fotografiamos con una Holga, ¡la cinta aislante!

«Fácil de manejar, es solo disparar y listo, con unos resultados que a veces impresionan: la perfección de la imperfección. Intento llevarla en cada viaje y disparar al menos un par de rollos, ya que me da otra visión distinta. En un momento de crisis creativa, me abrió la mente en un viaje relámpago a Cabo de Gata, donde disfruté de lo lindo de ella. Solo hay que acordarse de saber que has pasado el frame después de disparar, porque si no, te llevarás una sorpresa y habrás hecho una doble exposición. Cuando le pongo el carrete a la mía, siempre fijo la tapa con cinta aislante, ya que es muy fácil que se abra debido a lo frágiles que son los cierres, exponiéndote a velar el carrete. En resumen, habrá quien odie esta cámara, y otra gente que estará enamorada de ella, como yo».

Jean-Philippe: «Ideal para viajes»

Desde Niza nos hace llegar su experiencia Jean-Phillipe, quien lleva 10 años a tope en la fotografía analógica, tanto disparando como positivando. «Utilicé pocas veces la Holga pero me gusta y voy a llevarla de viaje el mes que viene. Os comparto esta fotografía realizada en el aeropuerto de Lyon con un Ilford HP5+ expuesto a 800 ISO y revelado con Rodinal. La utilizo siempre con la máscara de 6x4,5 para evitar el viñeteo de la lente». ¡Buen truco!

 También nos cuenta que ha comprado un adaptador para hacer largas exposiciones montando el cable disparador. Aquí tenéis un ejemplo.

Bea: «La Holga es pausar una vida perfecta»

Más experiencias positivas con la Holga. En esta ocasión, es Bea quien nos explica que se compró la Holga como diversión para contrarrestar el peso de su Nikon F801. «La Holga es de plástico, no pesa nada, lleva un carrete de 120 que ya era un extra y además el trabajo de Michael Kenna me explotó, imágenes simples pero complejas a su vez, de paisaje y eso que ahora se lleva mucho que es el minimalismo. Yo quería hacer eso. Pero para mí la Holga es diversión, es procesar los tiempos del analógico, pensar qué quieres fotografiar por una lente que se ve borroso, que no sabes si va a tener entrada de luz, es la pausa y el silencio antes de apretar el botón, bajarlo literalmente. Para mí, es una forma de pausar una vida ajetreada, perfecta y con filtros o edición de photoshop».  

Raquel: «Una Holga te desinhibe bastante de postureos a la hora de fotografiar»

De Raquel ya sabía que era una amante de la Holga antes de convocar este post colaborativo, porque ha puesto mucho empeño y sabiduría mostrar resultados geniales con esta cámara. Ella misma explica que también empezó con una relación amor-odio hacia esta cámara (lo explica también en su canal de Youtube MundoKela).

«En mis primeros carretes fue un amor-odio que acabó desembocando en una despreocupación total por lo que estaba disparando. Amor, porque algunas de las fotos que más me gustan las he hecho con mi Holga de plástico cutre salchichera tapando con cinta las posibles entradas de luz; y odio porque muchas fotos son para “tirar”. La despreocupación llegó cuando me di cuenta de que si no esperas nada, siempre puedes sorprenderte y para mí, es una total sorpresa disparar con una Holga, además de que me encanta y me desinhibe bastante de postureos a la hora de fotografiar. Una de las mejores bazas de tener una Holga son las dobles exposiciones».

Raquel, además, es de las pocas que se ha atrevido a disparar color con su Holga. ¡Tremendos resultados!

David: «Sí, realmente pueden salir cosas bonitas»

El caso de David es seguramente, común a muchos otros. Vuelve al analógico en 2006 y de la mano de una Holga. ¿Os apetece conocer lo que le motivó volver al lado oscuro?

«Después de estudiar fotografía en la era final del analógico, y al cabo de nada de pasarme al digital para no sentirme desfasado; un amigo me comenta que es posible comprarse una cámara de formato medio por 50 euros. La ofrecía Lomography, una gente que se vuelca en la fotografía analógica con la regla principal de «no pienses, dispara». Me volví loco. Dos años en la escuela buscando la perfección y el máximo control, composiciones milimétricas, usando cámaras casi perfectas o incluso perfectas... Tardé nada en hacerme con mi primera cámara de formato medio, la Holga CFN120. Totalmente manual, con diafragmas dudosos, viñeteado garantizado, flash de colores, con cinta incluida para tapar posibles entradas de luz. La cámara que podía llevar a cualquier lado en un bolsillo grande y tomar fotos de todo. Un chollo de cámara. No hay mejor excusa para uno como yo, que es malo haciendo fotos. Lo más curioso del caso es que sí, realmente pueden salir cosas bonitas. Ni se vende, ni se cambia».

Pablo: «La mejor-peor cámara»

Otra opinión de amor-odio respecto a la Holga es la de Pablo, que ha visto cambios a mejor una vez la tuneó. Nos lo explica detalladamente, por si queréis hacer lo mismo con vuestra cámara.

«Compré mi Holga en 2004, mientras pasaba una temporada en la universidad en Galveston, Texas. Me costó unos 20 $ y fue mi primera cámara de formato medio. Era el modelo 120S, el original y peor construido de todos (internet lo dice, yo no puedo comparar). Se suponía que las fugas de luz y su objetivo "óptico" le daban un carácter único a las imágenes. En la práctica, los resultados eran totalmente desastrosos y, aunque en seguida se podía anticipar por dónde te iba a entrar la luz, las dobles exposiciones accidentales, las imágenes superpuestas y las fotos veladas eran una fuente de frustración constante».

«Mirando por ahí, me decidí a tunear la Holga siguiendo tutoriales de internet. Que la cámara tuviera carácter, vale, pero quizás no hacía falta tanto. Lo primero que hice fue pintar el interior de la cámara con pintura negra mate, ya que el plástico del que estaba hecha era de un negro brillante (minipunto para los fabricantes).

Después pegué unas almohadillas de gomaespuma en los alojamientos para el rollo de película y mantener un poco la tensión.

Puse cinta aislante negra en la ventanita roja que sirve para ver el número de exposiciones, aunque eso significara despegarla para pasar la película después de cada foto. También tuve que montar una máscara de 6x6 que fijé con cinta aislante para darle un poco de soporte a la película y que los marcos se delimitaran un poco.

Finalmente, desmonté el mecanismo de obturación para arreglar el "diafragma". Los lumbreras que diseñaron la cámara le pusieron dos aperturas: f8 (la nativa del obturador) y f11. El sistema consta de un selector que mueve una chapita de plástico con un agujero que se sitúa delante del obturador. Un sistema sencillo y efectivo de reducir la cantidad de luz que entra siempre y cuando el orificio de la chapita sea menor que el del obturador. No hace falta decir que esto no era así y mi Holga tenía una apertura de f8 y otra de... f8. Lo solucioné pegando un trozo de plástico negro con un agujero más pequeño hecho a ojímetro para conseguir un diafragma de f-más-pequeño-que-8-pero-exactamente-ni-idea.

Después de mi intervención de Pepe Gotera, mi Holga empezó a portarse como se suponía. Con carácter, impredecibilidad y "nitidez" sólo en el centro, aunque con las mismas dobles exposiciones accidentales y las mismas fotos negras por olvidar quitar la tapa del objetivo resultado de un fotógrafo torpe.

Aunque divertida, llevable y siempre dispuesta a hacer amigos (nadie dice que no a una foto con una cámara de juguete), pronto quise al menos intentar tener más control y más aciertos en mis fotos y dejé a la pobre Holga un poco abandonada en favor de otro equipo más "pesado". Sin embargo, fue una escuela muy buena para empezar a revelar 120. Quizás vaya siendo hora de pasarle otro rollito».

Willy: «La Holga es perfecta para la playa, no vas a sufrir mucho por ella y si le pasa algo, no va a empeorar la calidad»

Otro que se ha atrevido a disparar la Holga “a todo color“ (Kodak Gold 200 a ISO 50) y con muy buenos resultados es Willy, que coincide con otras ideas ya expresadas anteriormente, y explica por qué se la llevó de vacaciones.

«Es una cámara que me encanta, aunque la saque muy poco. Está llena de problemas conocidos: fugas, mal foco, nunca sabes si todo ha ido bien o no... Pero es a la vez un poco liberador si eres capaz de aceptarlo, porque es la peor cámara con la que vas a disparar. Lo único que importa es lo que veas tú en la foto. No va a tener una nitidez… Muy probablemente este algo sub/sobreexpuesta, etc. Por lo que tienes que dejar de lado cualquier idea de perfección y permitir que sea lo que sea. En esta ocasión, estuve dudando si hacerme con una Nikonos para poder llevarme una cámara a la playa y después de mucha vuelta, me di cuenta de que la Holga es perfecta para esos entornos, ya que no vas a sufrir mucho por ella y si le pasa algo, no va a empeorar la calidad. Además, con lo ligera que es, no molesta apenas, así que se convierte en una compañera de viaje muy interesante, aunque no para todos, solo para aquellos que superen la frustración inicial de no conseguir lo esperado, sino algo que se parece de alguna manera, pero que tiene su propio carácter».

Herman Toothrot: «Me divierto MUCHO con ella»

Chechu definitivamente sí quiere a su Holga. Nos cuenta cómo llegó a ella:

«En realidad me enamoré primero de la Diana gracias al trabajo de Nancy Rexroth, pero llegó antes a mis manos una Holga, que al fin y al cabo es el mismo concepto, cámara de juguete con la que divertirte disparando. Lo que más me gusta de ella es lo que asusta a mucha gente, sus limitaciones. Me encanta el desenfoque y el viñeteo que produce, te fuerza a componer con el sujeto justo en el medio, ya que todo lo que se acerque a cualquiera de los tercios, va a acabar mal parado. Disfruto muchísimo con lo inesperado de su resultado. Y lo mejor, no hay dos iguales, cada una es única en cuanto al viñeteo o desenfoque que producen. Y encima puedes comprarla por una cantidad ridícula».

Mi turno: «La Holga y yo, como su parte trasera, no encajamos»

Tengo que decir que la Holga nunca fue una cámara que quisiera tener. La compré por Wallapop como nueva por 10 euros en plena pandemia, dejándome llevar por la euforia de lo impredecible y la filosofía de aceptar el error como parte del proceso de aprendizaje, algo en lo que realmente creo.

La saqué de nuevo para disparar un rollo con ella para un reto del Club analógico, pero al revelar en casa, me di cuenta de que el carrete era uno de esos Ilford HP5+ de una partida cuya emulsión fue un desastre y ni llegué a escanear aquel negativo.

Al pedir colaboración para este post, pensé que era un buen momento para volver a ella. Le puse un Fomapan 100, cinta aislante en los bordes y salí a fotear por Barcelona. Pero las sensaciones fueron las de siempre: Una cámara frágil, que parece que vaya a descomponerse tras cada disparo. Cuando recibí el escaneado de las fotografías, a pesar del buen trabajo de los chicos de AmigouLab, me viene un poco abajo. Los resultados no me emocionaron, no le encontré la magia. Sé que con otra cámara le podía haber sacado mucho mejor rendimiento a ese Fomapan.

Entiendo y celebro la parte de la incertidumbre, inherente a la fotografía analógica, pero quizá la Holga me ofrece demasiada, y por ahora, no es una opción para mí, la verdad.

Aun así, reconozco que confeccionar este post, conocer el resto de opiniones y saber qué cualidad destaca cada participante ha hecho que quizá en un tiempo le pueda dar una oportunidad. ¡Cosas más raras hemos visto! Al final, es imposible no huir de la clásica idea de que la cámara es solo una herramienta y lo que importa es el ojo de quien la sostiene (aunque casi todxs queremos esa nueva Leica M6, jejeje).


Contadnos, ¿amor u odio hacia las Holga? ¿En qué equipo estáis? ¿Os gustan estos tipos de post?

Nuria Cabrera

En la redacción de Disparafilm, echando de menos que las noticias lleguen por teletipo.

https://www.instagram.com/nurshootsfilm/
Anterior
Anterior

Hassel sale de paseo: ‘Historia de la Fotografía’, de Beaumont Newhall

Siguiente
Siguiente

Pues ya está aquí: Nueva Leica M6